No hay nada mejor que casa. Después de un largo día en el trabajo, cumpliendo con nuestras obligaciones, lo único que deseamos es llegar a nuestro hogar para poder disfrutar de nuestros espacios personales, ya sea en solitario o en compañía de nuestros seres más queridos. Y sí, es que cuando llegamos a casa nos sentimos felices.

Es por esto que tenemos muy en claro que hay objetos que pueden ayudar a potenciar nuestra felicidad. Incluso hasta los expertos estarían de acuerdo con esta selección. Sigue leyendo y entérate el porqué.

¿Cómo ser más feliz en mi casa?

Marie Kondo aprueba

Claro. Incluso Marie Kondo nos daría la razón al querer guardar un mueble de la abuela. ¿Por qué? Muy sencillo, porque nos hace feliz. "Soy Marie Kondo, y mi misión es despertar felicidad en el mundo por medio de la limpieza", se presentaba la gurú del orden en su serie de Netflix.  “Solo quédate con lo que te da felicidad”, aseguraba. 

Según la japonesa:  "El verdadero propósito de ordenar no es reducir tus posesiones o desordenar tu espacio. El objetivo final es despertar la alegría cada día y llevar una vida alegre"Y claro que tenía razón.

Hay muchos estilos de decoración, tantos, como personas. Por eso, a cada unos nos hace feliz distintas cosas. Aunque también existen objetos que pueden hacernos sentir alegría, paz o bienestar a todos por igual.

Puede que haya alguien que le haga más feliz tener flores en lugar de un mueble heredado o quien crea que los minerales no aportan demasiado, pero en cambio tener un buen colchón sea un must imprescindible (valga la redundancia).

También habrá quien no pueda ser feliz si su casa no está ordenada y limpia y otro que no dé tanta importancia a su desorden cotidiano.

Pero si te fijas bien, en la galería de fotos más de la mitad de los objetos que pueden aportarnos felicidad tienen en común lo siguiente: la capacidad de proporcionarnos muchas sensaciones, y todas ellas positivas. Es decir, no somos felices por tener un colchón grande, bonito o de látex. Si no porque cuando dormimos sabemos que no hay mejor lugar que en nuestra cama.
 

Lo mismo ocurre con las fotos: Puede que la foto sea preciosa, con un encuadre perfecto y que haya captado una luz casi mágica. Pero no tenemos esa foto guardada por ese motivo, sino porque nos recuerda las risas de aquella tarde de verano o lo especial que fue un viaje al otro lado del mundo.