Una casa de pueblo en la Costa Brava que mezcla lo antiguo y lo nuevo

"Mi casa es mi ilusión". Habla Eugenia, propietaria de esta masía en un pueblito de la Costa Brava, que durante años soñó tener... hasta dar con ella. La encontró, medio en ruinas, "pero llena de posibilidades. Me gustó su ubicación. Está encarada hacia el suroeste y eso le permite disfrutar la luz casi todo el día", nos cuenta aún emocionada. Se arremangó, decidió comprarla y restaurarla por completo. La obra duró ni más ni menos que ¡tres años y medio! y para ella recurrió a la interiorista Helena de Juana, a quien ya conocía. 

El salón está orientado al norte, es de zona más fría. "Pero ha quedado muy confortable, con las vigas de madera de pino, que por cierto no son las originales. Esas ya no existían y había partes del techo en muy mal estado. La reconstrucción se hizo con la máxima fidelidad a la casa original. 

La idea de estas dos mujeres emprendedoras fue apostar por un estilo "cálido y tranquilo, con colores neutros, mucho blanco, mucha madera, y que toda la casa tenga una coherencia visual", explican. 

La alacena del comedor es otra de las piezas más especiales: "Estaba en una antigua mercería y la restauramos. Por dentro es de espejo y da un reflejo muy bonito de las vigas". 

La cocina es nueva, aunque parezca antigua. "En este espacio no había nada, es una ampliación que se hizo. Pusimos una isla para el desayuno, con un sobre de mármol a juego con la encimera. El mueble de roble fue restaurado, estaba en una bodega. Solo lo limpiamos y lo enceramos", cuenta Helena. 

"El suelo del salón y la cocina son de microcemento, porque queríamos un pavimento continuo y fácil de limpiar". Los muebles proceden de aquí y de allá, ¡hay mucho recuperado y reciclado! Las lámparas las encontraron en una feria de París.

En la biblioteca, la librería con malla hexagonal de gallinero es uno de los muebles preferidos de la propietaria. "Soy muy lectora. Si cerca de tu biblioteca tienes un jardín, ¡nunca te faltará nada!", nos dice. 

El estudio está compuesto por una mesa de madera cuadrada con ruedas. Fue restaurada con una pátina de color oscuro. Las sillas de su alrededor van acorde con el diseño y son francamente cómodas. La lámpara del techo destaca aportando un toque de modernidad ideal. 

¿Y el dormitorio? Aquí vemos el efecto de las telas: "Es todo lino, estampado con tintes naturales de artesanos de la zona", cuenta Eugenia, la dueña. El cabecero, añade Helena, "también es antiguo, pero lo agrandamos. Era una cama de 1,35 y lo agrandamos hasta hacer 1,80". 

En el dormitorio también se encuentra una zona de estar, con un sofá y dos mesas de centro. Un lugar muy especial frente a la cama, para encontrar un momento de tranquilidad y lectura frente a la ventana. 

"Y fíjate en el baño, porque el mueble es una mesa antigua grande, partida por la mitad, adaptada con una encimera de mármol y los lavamanos exentos. El espejo ovalado con bisel es de un antiguo armario, ¡nos gusta mezclar lo nuevo y lo antiguo!", explica la decoradora.