Olivia Reina, interiorista: "Intentamos recrear una casa antigua mallorquina con muros de piedra y materiales nobles"

Uno de los elementos protagonistas es el banco de obra en forma de ‘U’, tapizado con textiles en color piedra, que se sitúa estratégicamente frente a la piscina. Este espacio invita a la conversación y al descanso, rodeado de vegetación autóctona y con vistas despejadas al horizonte. La elección de materiales naturales y colores neutros ayuda a integrar el conjunto con el entorno y a potenciar la sensación de calma y serenidad.

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En el recibidor, una gran puerta de cristal y acero permite que la luz fluya con naturalidad, iluminando cada rincón y ampliando visualmente el espacio. Su diseño de líneas puras y minimalistas no solo refuerza la sensación de amplitud, sino que también actúa como un elemento de transición. Y es q desde esta entrada principal, la vista se dirige intuitivamente hacia las zonas comunes, donde la calidez de los materiales y la armonía de los colores invitan a recorrer el resto de la vivienda.

El mobiliario también juega un papel clave en la ambientación de esta zona de paso, aportando personalidad y calidez. Destaca el aparador del recibidor, un antiguo banco de carpintero restaurado que da autenticidad y carácter a la entrada de la casa. Su madera envejecida y el acabado artesanal evocan la historia y el trabajo manual de antaño, convirtiéndolo en una pieza única con gran valor decorativo.

La combinación de textiles suaves y una cuidada selección de cojines y accesorios refuerzan la sensación de calidez y equilibrio en el ambiente. "Quisimos crear un interior muy sereno y natural que conectara con el exterior, de ahí los muebles de madera, las fibras naturales en la alfombra y la lámpara, o los guiños al mar y la montaña en los cojines, de tonos verdes, azules y con rayas marineras", explica.

La mesa del comedor, después de una larga búsqueda, se eligió en madera vieja con pátina, aportando un toque rústico sin perder la sofisticación. “No queríamos mezclar demasiados tipos de madera, por lo que encontrar la pieza adecuada fue todo un reto”, reconoce la interiorista. Para reforzar la esencia mallorquina, se optó por sillas de enea y una lámpara tradicional de cuerda y cristal, inspirada en los diseños típicos de la isla.

Todo en esta vivienda está pensado para disfrutar de la compañía de familiares y amigos. La cocina y el comedor forman un espacio único y fluido, donde la distribución favorece la interacción. “La zona de cocción de la cocina está orientada hacia el comedor para que el chef y los comensales puedan charlar sin barreras”, explica Olivia.

La elección de materiales refuerza la sensación de unidad: la encimera de piedra natural marrón contrasta elegantemente con los armarios y cajoneras de madera de roble oscuro.

En la planta superior se encuentra el dormitorio principal, un oasis de tranquilidad donde cada detalle ha sido pensado para transmitir calma y bienestar. La estancia cuenta con una terraza privada que permite disfrutar de unas vistas que se abren tras las contraventanas tradicionales mallorquinas, en un sereno tono aguamarina.

El color que hace tan pintorescas estas contraventas se traslada a la ropa de cama, compuesta por linos y algodones que aportan frescura y confort. Para equilibrar la paleta cromática, las cortinas y el cabecero a medida se escogieron en tonos neutros y suaves, creando un ambiente relajante.