Cuando él está, no hay nada que le pueda hacer sombra. Inmediatamente se convierte en protagonista y consigue que toda la decoración le baile el agua. Estos salones se han rendido a la inmensa belleza del mar, a sus vistas. Y no es para menos, pues les regala su precioso azul como telón de fondo, sus brillos y, a algunos, incluso su olor y su música.
Hemos viajado, entre otros lugares, hasta Formentera, Ibiza, Málaga, Asturias, Barcelona o Mallorca para encontrar algunos de los escenarios junto al mar más espectaculares. Y los hemos encontrado. Estos interiores no solo nos encantan porque son miradores de excepción, sino también porque han conseguido, a través de la decoración, dialogar y conectar con el paisaje. La decoración se ha volcado en él, buscando la forma de hacerlo Siempre Marbella El Mueblemás protagonista y crear sintonía entre interior y exterior.
Blanco ibicenco
Cuando el espectáculo visual llega desde fuera, los interiores también saben ceder protagonismo y vestirse para ser los mejores consortes. Por eso el blanco, el neutro por excelencia, es uno de los grandes favoritos. Además, es el color más luminoso y veraniego. En las paredes, sofás, e incluso textiles como cortinas o alfombras añade frescura a estos salones.
Madera, el contrapunto cálido
Es uno de los materiales más versátiles de la decoración. En estos salones la madera se encuentra muy cómoda, no solo porque a veces recuerde a la de las barcas de pescadores o de los antiguos navíos, sino porque suma calidez al frescor del mar. En tonos claros, pintada de blanco, decapada o con pátina se instala bien a gusto en elementos como los marcos de las ventanas o las vigas vista, en muebles y también en detalles decorativos. Su gran aliada: la fibra natural, en alfombras y también en sillas, cestos, bandejas...
Ventanales XXL
Cuando las vistas son tan increíbles, sobran las paredes. Los amplios ventanales de pared a pared e incluso en esquina consiguen que este cuadro de naturaleza viva entre en casa y forme parte del salón. Para vestirlos: ropa ligera. Las cortinas de visillo en tonos muy claros suman frescura y, con la brisa marina, se mueven creando un efecto vaporoso y etéreo. Estores de texturas muy finas o enrollables con tejidos traslúcidos son otra alternativa. En este caso, permiten regular la entrada de luz según el momento del día.
Todos querían verlo...
¿Darle la espalda? Jamás. Durante los momentos de descanso en el sofá todos queremos disfrutar de las vistas. Los modelos rinconeros son una de las mejores opciones para aprovechar al máximo la panorámica. Si lo que quieres es un salón que invite más a la reunión, coloca un amplio sofá mirando hacia el mar y, en el lado opuesto pero en oblicuo, un par de butacas de respaldo bajo, que obstaculicen las vistas lo menos posible.
...y todos querían abrazarlo
Estos salones no han podido resistir la tentación. Muchos, casi todos, han ido a su encuentro. Y así, se han extendido hasta las terrazas contiguas que asoman al mar. En lugar de crear dos ambientes distintos para el salón interior y el situado al aire libre, parece que se clonan para crear una continuidad visual que, una vez más, ceda protagonismo al paisaje. Así, los tonos se repiten dentro y fuera, desdibujando los límites de este camino que, gradualmente, se acerca al gran azul.
Estos salones ya tenían una grandísima ventaja: contar con vistas de ensueño hacia el mar. Pero, incluso con sus dosis de modestia decorativa y sabiendo ceder ante tan gran rival, han logrado convertirse en espacios gustosos, frescos y cálidos a la vez, y con una conexión excelente con el exterior. Sus ojos, siempre en dirección al gran azul, porque, como dice Marc Levy: "El mar sostiene la mirada; la tierra, nuestros pies".
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