Aprovechar el espacio central con este mueble es la mejor manera de sacarle partido a una cocina. Al ser un módulo aislado, que cuenta con sus cuatro lados libres, ofrece una flexibilidad única. Se aprovechan todos sus costados, se propicia una circulación fluida y completa por la estancia a su alrededor y supone un magnífico elemento distribuidor y separador de ambientes. Es viable si se cuenta con una sala de dimensiones medianas-grandes, ya que lo ideal es que la isla tenga un tamaño generoso de al menos 2,5 metros. Además, es una pieza clave para fomentar participación y comunicación.
Y es que disponer de la cocina en la isla nos permite cocinar de cara a los comensales, una manera perfecta de generar un clima de diálogo y complicidad. Los tres elementos que debería aglutinar son: placa de cocción, punto de agua y plano despejado para la preparación de alimentos. Si además ponemos una zona de office, ¡chapó! Las barras de 90 cm de altura pueden servir para asientos intermedios entre el típico taburete de bar y las sillas de mesa. No permiten tanta flexibilidad en el diseño, pero pueden ser una buena opción para definir bien la zona de comer. Se debe dejar un saliente en voladizo de al menos 30 cm para la barra, aunque lo más cómodo para poder mover bien las piernas es de 38 a 45 cm.
Lo fundamental a evitar en una isla es que carezca de espacio para cocinar y preparar los alimentos en los laterales. Esto obliga a girarse de un lado para otro constantemente, algo muy poco práctico. Es importante dejar un buen espacio lateral para poder tener los utensilios que usamos mientras trabajamos.
La isla es un complemento esencial para la preparación de los alimentos, una de las actividades más importantes que se realizan en la cocina. Disponer de un punto de agua aquí es esencial. El espacio idóneo que hay que dejar entre la isla y las encimeras adosadas al muro es de 90 cm. Puede ser algo menos, 80 cm, o llegar hasta 110 cm. Más no es necesario ni cómodo, porque entonces las distancias son demasiado grandes y necesitaríamos un patinete para ir de un lado a otro.
Las medidas ideales para una isla son entre 250-270 cm, lo que permite colocar los fogones, preparar alimentos con una tabla de cortar y un cubo de basura inferior, así como disponer de un punto de agua. Detrás, podremos instalar el frigorífico, los armarios de almacenaje, etc. La campana puede ir al techo, pero también se pueden poner otros modelos de sobre-encimera o empotrados directamente en el techo para dejar todavía más despejado el espacio superior. El cambio de nivel, unos 15-20 cm, con una barra alta permite romper la visión de los comensales que están en la zona comedor y que no ven lo que se cuece en la cocina.
Si a tu isla de cocina le sumas todas las prestaciones que has podido ver, ganarás en comodidad en tu día a día, convirtiendo el acto de cocinar (y de comer) en todo un placer la mar de confortable.