BRANCA Arquitectura encabezó un proyecto que se convirtió en todo un reto para sus arquitectos e interioristas. El proyecto en cuestión trataba de la renovación y redistribución de los espacios interiores de un piso mini en un edificio de 10 años de antigüedad. El objetivo principal de esta transformación, fue adaptar el inmueble a las nuevas necesidades de sus propietarios, optimizando la funcionalidad y modernizando la estética.

Para conseguirlo de la forma más estética y respetuosa posible, se mantuvo la estructura original del edificio, pero adaptándolo a las nuevas necesidades que con el paso del tiempo, surgen en cada uno de los propietarios. Gracias a su trabajo, ahora la vivienda presume de un equilibrio entre lo funcional y lo estético, siendo un hogar moderno, versátil y lleno de luz. El proyecto se convierte en un ejemplo de cómo una redistribución bien pensada y un diseño interior cuidadosamente ejecutado pueden revitalizar un espacio y ofrecer una nueva experiencia de habitabilidad. ¿Vemos el antes y después?