"Esta casa es un homenaje a Anna, mi madre. Al trabajo bien hecho, porque todo es obra suya, y a su inmensa generosidad para y con los hijos, nietos ¡y sus amigas! Era una forofa de sus amistades, para ella eran un tesoro”, se sincera Marta, que ha heredado esta joya en un pequeño pueblo del Ampurdán y la mima como tal. Una joya que atesora una historia tan singular como especial era su propietaria y alma mater del proyecto.
Y es que, antes que casa, fue un porche tipo cobertizo con barbacoa. Pero a medida que los nietos crecían, la casa familiar, que está a 200 metros de esta, empezaba a quedarse pequeña para acoger a toda la familia. Así que Marta decidió transformar el porche en la casa que es ahora, que la convirtió en su vivienda. ¡Entramos!
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