Confesamos: la luz de este piso, el verdor de su jardín, su encanto señorial ¡nos dan ganas de no marcharnos nunca! “Esta vivienda tiene las ventajas del piso y las de una casa”, nos explican los artífices de su reforma integral, Myriam Sobrino y Fernando Yankelevich, de Lowy & Kantor. Ahora lo vemos luminoso y acogedor, pero cuando se ocuparon de él aquí había unas tristes oficinas, compartimentadas, funcionales, ¡aburridas! Y, oh, sorpresa... ¡hasta termitas se encontraron! “Tuvimos que sustituir muchísimos pilares, vigas, quitar las de madera y poner de hierro... Y todo el suelo de la casa, que era un pino melis maravilloso, con tablones de siete metros de largo, había que levantarlo, ¡pero no queríamos renunciar a él! Así que lo levantamos, lo reforzamos, lo guardamos, ¡y lo volvimos a poner!”.
Sustos aparte, supieron en cuanto la vieron que esta casa de principios de siglo pasado se merecía mantener el estilo original, ese nosequé de casona (sin serlo) que lo hace ¡tan especial! “Quería un equilibrio entre la estética y la comodidad, un hogar apetecible. Pinté en blanco porque me gustan las casas con colores neutros y meterle el color y la calidez con los complementos, cojines, telas... Del blanco nunca te cansas, da luz, vida, no te recarga. El mix de blanco, plantas, y color en alfombra, cojines y cuadros funciona”, apunta Myriam.
Acurrucaditos en el salón
En el salón (que por cierto, es sólo salón; el comedor está en la cocina) vemos muebles antiguos de herencia y otros más modernos. La mesa de centro y la estantería son un diseño del estudio. "Queríamos que fuera sólo zona de estar. Da al parque y resulta muy acogedor". La chimenea contribuye a ello: "¡La chimenea es la mejor inversión que se hizo! Costó mucho encontrarla, es de policombustible, me gusta que se vea el fuego con los troncos. Es muy eficiente y está conectada con los radiadores de la casa. Así que aunque hay gas, gracias a la chimenea se calienta toda la casa. El espejo se puso encima para aligerar un poco, porque la chimenea es un armatoste enorme, la forrarmos con pladur, con una estructura asimétrica, y con el espejo daba un poco de profundidad", cuenta la interiorista.
Se recuperaron "algunas de las puertas originales que estaban en el trastero, pero la mayoría son nuevas, aunque hemos querido mantener la esencia de la casa". No es para menos, ¡esta es una casa que enamora en cuanto la pisas!
¿Pasamos a la cocina?
El comedor de la casa es este, en la cocina. Es un espacio diáfano, con un suelo "más funcional que la madera del resto de la casa. Pusimos un suelo que imita el cemento pulido, descolorido, poco uniforme, un contraste con el comedor de madera". La barra de desayunos con unos taburetes muy coloridos alegra (aún más) la vista. "Son africanos, los he puesto en varias obras, y esto le mete colorido, igual que los cuadros en la cocina. Es casi otro estar, pero en la cocina". Miryam, ¡estamos tan a gusto en esta casa! ¿Nos invitarán a un té?