La calibrachoa, una planta de exterior perteneciente a la misma familia que las petunias (Solanaceae), tiene su origen en América del Sur y que está ganando mucho popularidad en el mundo de la jardinería gracias a su resistencia, su abundante y larga floración y su belleza altamente decorativa y colorida.

La calibrachoa es también una planta perenne con unos tallos que, con el tiempo, ganan una forma y una largura ideales para colgar en cestas o en macetas. Esta planta también es perfecta para dar vida a balcones, terrazas y patios gracias a su variada gama de colores. Y lo mejor de todo: es muy fácil de cuidar, así que no hace falta tener mucha experiencia en plantas. A continuación, te contamos más sobre la calibrachoa, sus características principales y sus cuidados básicos.

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Apariencia, características y floración de la calibrachoa

Al pertenecer a la misma familia que la petunia, muchas personas las confunden, siendo su mayor punto distintivo que las flores de la calibrachoa son más pequeñas, con forma de campana, abundantes y resistentes a la lluvia. Además, la calibrachoa tiene un crecimiento compacto y es colgante, lo que la convierte en una planta ornamental muy apreciada para cestas y jardineras elevadas.

Sus hojas son pequeñas, verdes y ligeramente pegajosas, y sus tallos tienden a crecer hacia abajo, formando una cascada floral espectacular. Hay variedades que florecen en colores sólidos, bicolores o con vetas, y algunas incluso presentan un centro de color distinto que resalta su belleza. Su floración dura prácticamente todo el año ya que comienza en primavera y se prolonga hasta finales del otoño, donde se cubren por completo de flores dejando apenas hojas verdes a la vista.

Calibrachoas

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Cuidados básicos de la calibrachoa

Aunque sea una planta muy sencilla de cuidar y que no requiere muchas atenciones, perfecta para los principiantes en el mundo de las plantas, la calibrachoa sí que necesita unos cuidados mínimos para poder florecer en abundancia y crecer saludablemente:

Ubicación y luz

La calibrochea necesita mucha luz natural para florecer bien. Lo ideal es colocarla en un lugar donde reciba sol directo al menos 5 o 6 horas al día. También puede tolerar algo de semisombra, aunque su floración será menos abundante en este caso.

Temperatura

Es una planta que prefiere climas templados, entre los 15 y 25 °C. No tolera las heladas, por lo que si vives en una zona fría, es mejor tenerla en maceta para poder protegerla en invierno.

Riego

Es importante mantener su sustrato ligeramente húmedo, pero sin encharcamientos. Por este motivo, lo mejor es regarla cuando la capa superficial de la tierra esté seca. En verano, puede necesitar riegos diarios, especialmente si está en una cesta colgante.

Sustrato y abono

Necesita un sustrato bien drenado y rico en materia orgánica y se debe abonar cada 15 días con un fertilizante líquido para plantas con flor durante su etapa de floración.

Poda

No necesita una poda estricta, pero es recomendable ir eliminando flores marchitas y tallos secos para favorecer una floración continua.

Plagas y enfermedades

Es relativamente resistente, aunque puede verse afectada por pulgones, trips o mosca blanca. También hay que vigilar el exceso de humedad, que puede causar hongos como el oídio o la botritis.

 

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