La llegada de la secadora a nuestros hogares alteró por completo nuestra rutina: nos podemos saltar la larga espera y el obstáculo del clima a la hora de hacer la colada, y estrenar nuestras prendas favoritas, frescas y limpias, incluso en los días más lluviosos de invierno. Sin embargo, mucha gente sigue decantándose por colgar al aire fresco sus textiles por miedo al olor a humedad que a veces queda impregnado después del uso de la secadora. Si es tu caso, continúa leyendo: te traemos varios consejos eficaces para que tu ropa salga de la máquina con un aroma cautivador que te devolverá al confort de tu hogar, estés donde estés.
¿Qué causa el mal olor procedente de la secadora?
Es imprescindible considerar varias opciones para poder atacar el problema de raíz y no camuflarlo con soluciones pasajeras. Un conocimiento básico del funcionamiento de nuestra máquina y sus partes puede ser útil:
- Acumulación de agua en el tanque condensador: la humedad que desprende la ropa se acaba almacenando en un depósito, un tanque condensador. En caso de que no se descargue de forma habitual puede acumular moho, fuente del olor a humedad que típicamente sentimos. Es imprescindible que lo vacíes y lo limpies regularmente.
- Exceso de pelusa en el filtro: cuando esto ocurre, la pelusa y el polvo pueden colarse en partes de la secadora donde se genera calor. Por eso, a veces puede desprender un olor a quemado desagradable, o incluso ser fuente de gérmenes y otras bacterias que causan mal olor. Asegúrate de remover las pelusas después de cada lavado para que no llegue a dañar el funcionamiento de la máquina.
- Olor “a nuevo”: ¿reconoces el olor a químicos que tiene la secadora la primera vez que abres la puerta? Es habitual y nada de lo que preocuparse, pues con el uso desaparece. De lo contrario, contacta con el fabricante.
- Intercambiador de calor sucio: si tu secadora incorpora bomba de calor, es posible que el problema se solucione extrayendo el intercambiador de calor (comprueba primero si es posible en tu modelo de secadora) y limpiándolo con un paño húmedo.
Si ya he identificado de dónde viene el olor, ¿cómo puedo eliminarlo?
Si has probado las soluciones que te hemos comentado, y al abrir tu armario te sigue llegando un olor a humedad y encierro en lugar de a lavanda o algodón, ¡sigue leyendo! Quizás el problema no esté en la secadora, sino que en tus hábitos de lavado. La buena noticia es que estos son aún más fáciles de solucionar:
- Intenta dejar la puerta abierta al terminar el ciclo y evita que la ropa permanezca demasiado tiempo dentro: de lo contrario, la falta de aire fresco hará que cualquier posible resto de humedad acumulada en las prendas más gruesas, por mínima que sea, se propague al resto de la colada.
- Pon la secadora inmediatamente después de la lavadora, para evitar que la ropa mojada coja mal olor, y que con el calor de la secadora se fije en el tejido.
- Incorpora toallitas de secado: ayudarán a que tu ropa limpia mantenga un buen aroma (además de neutralizar los malos olores) y salga menos arrugada de la secadora. Es tan sencillo como colocarlas sueltas entre tus prendas y dejar que neutralicen los olores.
- No utilices productos antical: hay una tendencia errónea a pensar que, como en el caso del lavavajillas o la lavadora, la cal tiene también un efecto corrosivo en nuestra secadora que debemos solucionar con productos de alto nivel de acidez. Esto no es cierto, puesto que la humedad que se acumula en el interior de la máquina es agua condensada, y, por lo tanto, usar productos antical puede resultar contraproducente.
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