"No me llames manta llámame plaid". Y es que este término de origen anglosajón se ha extendido como la espuma en los últimos años hasta el punto de convertirse en un comodín para designar a toda pieza textil con la que podamos envolvernos, abrigarnos y acurrucarnos. Pero, ¿de qué hablamos cuándo hablamos de plaids?
Si tiramos de diccionario, la palabra plaid tiene dos acepciones: “tela escocesa” o "cuadro escocés”. Y esto no es casual, ya que el término plaid está vinculado con el kilt original o falda escocesa.
Según la delegación de turismo nacional de Escocia, "el feileadh mor" era una prenda larga sin confeccionar que envolvía todo el cuerpo y se ceñía con un cinturón. De cintura para abajo, se parecía al kilt actual, mientras que la tela que quedaba por encima de la cintura se pasaba sobre el hombro y se sujetaba con un broche. Esta porción superior de tela podía colocarse de muy diversas formas alrededor de los hombros en función del clima, la temperatura o la libertad de movimientos requerida. Al final del día, el cinturón se desabrochaba y el feileadh mor se convertía en una cálida manta para la noche".
La palabra inglesa plaid que designa la tela
con la que se confeccionaban tradicionalmente los kilts significa manta en gaélico
Hoy en día, su significado original ha ido mutando hasta designar, ni más ni menos que a una manta de viaje o de sofá.