Evita SIEMPRE cometer estos errores al limpiar tu cocina

Esto es un mix que no funciona si estamos intentando desterrar los errores que cometemos al limpiar la cocina. Cuando vayas a limpiar no puedes cocinar. Y viceversa. Sacudir, mover paños y bayetas con suciedad, usar productos de limpieza… no es un buen "condimento" para el plato que cocines. Así que separa tareas.

Si tu cocina cuenta con estantes abiertos, debes prestarles atención. Puedes dedicar un valioso tiempo a limpiar la cocina, pero si te olvidas de las baldas harás que todo parezca sucio. Una vez a la semana, como en la limpieza de la casa, pasa un paño a los estantes. La grasa que se posa al cocinar en ellos hace que el polvo se pegue.

Tanto los muebles acabados en mate como en brillo se ensucian con huellas porque en la cocina no siempre las manos están perfectamente limpias al abrir una puerta. Un error al limpiar la cocina que hará que no se vea limpia es dejar esas marcas. Quizá no las veas a primera vista, pero según la incidencia de la luz están ahí.

Sobre todo los que quedan más cerca de la encimera tienden a mancharse por dentro. Caen migas y otros restos que se acumulan en las esquinas del cajón. Qué mal efecto hace abrir uno y ver suciedad cuando el resto de la cocina está limpia. Es un error que desmerecerá la labor. Te puede ayudar usar un accesorio específico para huecos de difícil acceso y esquinas que tenga tu aspirador.

Un error que cometemos al limpiar la cocina es dejar a un lado los cristales de la puerta de acceso o de ese tabique de cristal que delimita el ambiente. Los cristales en la cocina se ensucian más que en otras estancias de la casa por los capores y grasa que se generan al cocinar. Así que límpialos cada semana o tras haber realizado una sesión de cocinado (tipo batch cooking). Y no te olvides de los barrotillos o recovecos que pueda tener el acristalamiento.

Tanto al fregar los platos como si los enjuegas antes de introducirlos en el lavavajillas. Es un error que tiene que ver con la limpieza. Empieza por lavar los vasos o platos menos sucios porque así el estropajo estará aún limpio. Por ejemplo, friega primero los vasos, antes que la sartén o cacerola. De esta manera no desperdiciarás agua ni detergente al tener que aclarar perfectamente el estropajo para no manchar el cristal tras la suciedad de una olla.

En constante contacto con el agua, si tu cocina tiene mueble escurridor o si usas uno portátil, limpia la bandeja en la que se recoge el agua. Es frecuente que se cree moho, sobre todo, si esta queda dentro de un mueble oscuro. No se verá una cocina limpia si descuidas este elemento y un día queda expuesto.

La encimera está en continuo contacto con alimentos, crudos y cocinados. Incluso hay quien apoya las bolsas de la compra según vienen del supermercado. Es importante para no contaminar los alimentos y mantener las superfices libres de gérmenes y bacterias, limpiarlas con papel desechable y un desinfectante. El uso de la bayeta está bien siempre que este utensilio de limpieza esté correctamente tratado… ¡ahora lo vemos!

Con el suelo sucede algo parecido a lo que comentábamos de la encimera de la cocina. Es un error que cometemos al limpiar esta estancia, no ser conscientes del uso que tiene y del contacto con las suelas de los zapatos o bolsas y cajas que vienen de la calle. Así que conviene no solo aspirarlo o barrerlo, sino lavarlo con un detergente que lo desinfecte. Por supuesto, la cocina no se verá limpia si no eliminas cualquier mancha que caiga inmediatamente, dejas migas, tienes las juntas en mal estado o, al freír, dejas que la grasa llegue al suelo y la pisas (solo la extenderás por toda la casa).

Por favor, hay que cambiarlos con frecuencia. Es un error al limpiar la cocina no acordarnos de que estropajos y bayetas en sí tienen mucho uso. Debes meterlos en lejía para eliminar grasa y gérmenes que se acumulan por la suciedad que recogen y el continuo estado de humedad en el que se encuentran. Déjalos secar después de cada uso antes de meterlos en un sitio cerrado y oscuro.

El paño de la cocina está sometido a mucho uso (grasa, humedad, manchas de todo tipo…). La cocina no estará limpia y libre de gérmenes si no echas el paño a lavar cada pocos usos. ¡No alargues su vida! Tampoco vale limpiar el suelo, la encimera y secar los platos con el mismo. Presta atención a cómo usar el paño y échalo a lavar casi a diario.

Este error al limpiar la cocina es un poco de perezos@s. Esos muebles de desayuno en los que se guardan la cafetera y la tostadora y que se abren para preparar el desayuno, dan la tentación de no limpiarlos tras el uso y dejar migas y manchas en la encimera porque al cerrar su puerta no se ven. Es un error. Hay que recoger tras cada uso. Tu aliado: un pequeño aspirador de mano que recoja sólidos y líquidos.

Los restos de comida que se quedan en los platos o en las sartenes suelen ir a parar al fregadero. Para que éste no se convierta en un nido de gérmenes y bacterias hay que limpiarlo con el estropajo (suave nunca de aluminio para no rallarlo) y detergente cuando acabes de usarlo. Pero cada cierto tiempo revisa el desagüe y las juntas con la encimera (allí, con un palillo puedes encontrar mucha suciedad acumulada).

Después de cada uso, limpia el horno. Basta con pasar un paño suave con un limpiador (sirve una solución jabonosa) para retirar las migas y manchas que hayan podido saltar. Porque sí, al cocinar en horno, los alimentos también saltan. Sino, ¿de qué son esas gotitas que quedan en el cristal interior de la puerta de tu horno? Y sobre todo, retira migas para que no se calcinen en siguientes usos. Que la cocina esté limpia no es solo tarea de lo que se ve…

Puede que notes que hay malos olores en el interior del lavavajillas. Es un síntoma inequívoco de que necesita una limpieza a fondo. Sí, por mucho que se trata del lavavajillas es un error pensar que no hay que limpiarlo periódicamente. Saca el filtro al menos una vez al mes y además de malos olores evitarás atascos. Hay productos específicos para limpiar el lavavajillas con un lavado que se hace con el electrodoméstico vacío.