Antes y después: la cocina de @Balamoda (que ahora puedes alquilar en Airbnb)

"De origen, la cocina era ridícula. Tenía apenas 4 m² y, en cambio, el office era proporcionalmente enorme, pero con muy poca luz natural. Así que decidimos crear un espacio común donde integrar la cocina y el office y, a su vez, comunicarlo con el salón comedor", nos contaba María José Navarro, arquitecta y responsable de la reforma. Para ello, derribaron los tabiques que separaban cocina y office y el del salón-comedor.

Con la reforma, "aprovechamos para mover el tabique del salón unos 80 cm para ganar más espacio aún a la cocina y así poder incluir la isla y distribuir el mobiliario en "U". También modificamos los huecos de las ventanas, algunas las hicimos más grandes, otras las eliminamos o las movimos un poco y la puerta de acceso al jardín, que era ciega, la convertimos en acristalada para que llegara más luz a la cocina. La cocina, con el office integrado y la zona de lavadero, pasó a tener 30 m² y muchísima luz natural", continúa.

"Belén quería que la cocina y el salón comedor estuvieran conectados visualmente. Pero a su vez quería aislar el salón de los ruidos y los olores propios de la cocina. Y de ahí salió la idea de hacer una gran cristalera. De hecho, visualmente se ve como un espacio abierto que se nutre uno del otro y lo hace más amplio de lo que realmente es", resume. En gran medida, es la responsable de la luminosidad que disfruta la cocina.

La diseñaron con cuarterones en sintonía con las ventanas de la cocina. "Queríamos que hablaran el mismo lenguaje que las ventanas pero sin parecer ventanas. La parte superior, con el doble de cuarterones, contribuye a ello. Esto, junto al papel pintado de la pared contigua, le da un aspecto más atrevido a la cristalera”. Por cierto, ¿te has fijado en el microondas? Su posición es una aportación de Lorenzo Meazza, ex responsable de interiorismo de Ikea, que les echó una mano con la cocina. "Lo colocamos aquí porque debíamos prescindir del armario sobreencimera, y era una pieza que no podía faltar para Belén", recuerda María José. 

En cuanto al look de la cocina, María José no lo duda: "Belén tenía muy claro qué estilo de muebles quería para la cocina. De hecho me enseñó una foto de una cocina, que era en gris y me dijo que así la quería. Y así fue, pero en blanco, porque ya iba a ver mucho color con el papel pintado, los complementos... Y así también le dábamos más coherencia con la carpintería, que era blanca".

 "Planificamos la cocina en "U" y concentramos todo el almacenaje en los armarios inferiores porque queríamos mantener despejada la parte superior de la cocina. Por eso cobraba mucha importancia la alacena que ubicamos en la zona del office", recuerda María José. 

"Belén quería tener una isla sí o sí, y aunque no es muy grande (120 cm de ancho), tiene muchísimo uso. Además ofrece espacio extra de almacenaje, con cajones y gaveteros por ambos lados", explica la arquitecta. "También le hacía mucha ilusión tener una vitrina sobreencimera. Pero al final se convirtió en armarios ciegos, porque con la alacena ya acristalada, el papel pintado y demás elementos, temíamos que podría haber demasiado ruido visual. Así dábamos un poco de calma", añade.

Otro detalle a destacar son las lámparas. "Hay una mezcla de estilos. Las de tipo bombilla dan un punto vintage que encaja muy bien con la cocina, pero a la vez son discretas. Si no te fijas, no las ves. En cambio, las dos de la isla son más contemporáneas aún siendo neutras", indica.

Belén quería una cocina vivida, y así ha sido. Todos han encontrado su lugar dentro de ella, desde hacer los deberes en el office hasta ayudar con las tareas del hogar. ¿Te has fijado en la silla roja? Le da un toque de color a la cocina.

En la zona de la cocina optaron por unas baldosas tipo metro de color blanco. "En un primer momento, queríamos colocar las baldosas solo a media altura, pero como iba a haber el papel pintado en la zona del office, pensamos que se verían demasiados elementos que podrían distraer. Y así también dábamos continuidad con el mobiliario y la carpintería, en blanco", explica María José.

"A Belén le encantan los suelos hidráulicos, pero para la cocina nos daba un poco de apuro, porque son muy porosos y con la grasa, los niños... Así que al final nos decidimos por uno porcelánico que imita la baldosa hidráulica y es más sufrido. Lo colocamos bordeando la isla, para darle movimiento, y para el resto del espacio optamos por el mismo laminado del salón-comedor. Así se crea una continuidad visual cuando la puerta de la cocina está abierta", añade Maria José.

"La lámpara del office es una pieza clásica tipo chandelier con un valor sentimental para Belén, porque era de su abuela. La restauró y quería que tuviera su espacio en la casa. Y la verdad es que queda muy bien aquí, porque los techos son muy altos y se compensa, así, el volumen de alrededor", dice la arquitecta.

Llegamos a la joya de la corona: la alacena. Completa el almacenaje de la cocina y, a la vez, abastece al office. Se planificó a juego con los armarios de la cocina y al estar acristalada y con cuarterones es un guiño a la gran cristalera que separa la cocina del salón comedor. 

¿Quién dijo que poner la lavadora era aburrido? La zona de lavado sigue a la alacena y tiene el mismo papel pintado. Belén utiliza este práctico rincón -que recordemos era uno de los requisitos en la reforma- para grabar divertidos retos en su perfil de Instagram @Balamoda.

Y aún hubo espacio para mantener un pequeño aseo, que a pesar de ser mini, dio mucha guerra y le dieron mil vueltas, ya que fue necesario rehacer la escalera que lleva al sótano para poder integrarlo. Pero, como dice María José, al final ¡valió la pena!

La cocina debía convertirse en el centro neurálgico de la zona de día. Para ello se derribaron tabiques, se movieron paredes para ganar metros y ventanas para sumar luz. Y se planificó una gran cristalera que separa sin dividir. 

Tanto María José como Belén quedaron muy contentas con el resultado final, si bien María José cree que el secreto del éxito fue el riesgo asumido: "La verdad es que tomamos decisiones arriesgadas con la cocina, pero ese riesgo es una de las claves del éxito. Ese punto de valentía, de mezclar texturas, estilos, colores...".