Si hay una época para creer en la magia, esa es la Navidad. Sea cosa del destino (o del mercado inmobiliario), la interiorista Laura Mas y su marido ya habían visto esta casa cuando quisieron irse de la urbana Barcelona a un hogar en las tranquilas y familiares afueras.
Hicieron una oferta por ella, que los anteriores propietarios rechazaron. Algo más de un año después, volvieron a buscar. Y esta casa seguía ahí, esperándolos. ¿Sería el destino?
Ahora su hogar luce lleno de luz y energía navideña, pero la primera y la segunda vez que la vieron, estaba oscura y desaprovechada. Laura se encargó de darle la vuelta por completo apostando por el blanco, la madera y los colores suaves.
“Queríamos dar más altura y luz al techo, así que lo pintamos de blanco en contraste con el gris piedra de las paredes”, comenta la interiorista. Su truco fue poner toques de color gris azulado (a tono con la puerta de entrada) en los estores del salón, los cojines o las butacas del comedor.
Para vestirla de fiesta, la interiorista emplea recursos clásicos e infalibles, pero sin caer en los tópicos... ni en la invasión del espacio: mediante muy sutiles toques aquí y allá en verde y dorado en muebles, lámparas, candelabros o chimenea dan brillo a la casa para festejar sin agobiar.