Carlos y Gerard son decoradores (Carlos también es pintor). ¡Eso ya nos dice que empezamos bien! Venían de vivir juntos en la abierta y siempre vanguardista Ámsterdam. Gerard es holandés, y Carlos llevaba 25 años allí. Y, claro, no querían ni oír hablar “de casas atiborradas. No quería saber nada de muebles viejos ni cosas inútiles por medio”, nos cuenta un divertido Carlos. Venir de la ciudad más moderna de Europa es lo que tiene.
Miraron casa en el norte de Italia, en el sur de Francia, en el Empordà… Hasta que finalmente lo hallaron: su paraíso, su destino. Un pueblito en la Serranía de Ronda, en el Valle del río Genal. Ahí se enamoraron de esta finca de cuatro hectáreas con árboles frutales y olivos de más de 300 años. ¡Enseguida se dieron cuenta de lo felices que iban a ser aquí!
Han pasado 16 años y, poco a poco, han ido haciendo la casa cada vez más suya. Sencilla, natural, “con pocos muebles, algunos de diseño, otros restaurados, que hemos encontrado por ahí”, pensada como un hogar “para disfrutar”. ¿Los colores? Blanco y verde, “en sintonía con la naturaleza”.
Son dos hombres. Ronda. La sierra. Una casa. Un destino.