Toda reforma es la historia de una transformación. Y en el caso de esta casita de Sitges la fábula del patito feo que se convierte en un precioso cisne le va como anillo al dedo. "Cuando la vi por primera vez era para salir corriendo. Super oscura, depresiva, plagada de humedades y con un patio que parecía una selva", recuerda Blanca, la propietaria. A pesar de todo, le dio una segunda oportunidad. Pero esta vez se acompañó de Gabriela Conde, estilista, decoradora de El Mueble e íntima amiga de Blanca. Si alguien podía obrar un milagro esa era Gabriela. "Solo faltaban los cocodrilos. Era terrible. Pero tuve una visión y le dije: "será la cabaña Blanca, en homenaje a tu nombre", explica Gabriela. Y así fue.

Los escasos 60 m2 de esta casita se exprimieron al máximo con soluciones a medida y con muebles con más de una función

Con la ayuda de la arquitecta técnico Blanca Figueras y la constructora Terramar transformaron el patio, que era impracticable, en el oasis de paz que es ahora. Para ello, vaciaron toda la tierra para nivelarlo y dejarlo como está, porque había tres peldaños que se comían todo el espacio. De hecho, con 80 m2,el patio es dónde hacen más vida en verano.

Con el exterior puesto a punto, el trabajo se trasladó al interior, que se transformó por completo. Esa cueva oscura y desaprovechada Gabriela la convirtió en una casita llena de luz, con espacios optimizados y soluciones casi mágicas. El gran acierto y lo que le da ese encanto especial es la madera que reviste paredes y suelo y el cañizo que cubre el techo. Todo, en blanco. "Me inspiré en las casas de Los Hamptons, pero con un punto más rústico, con madera raw y toques vintage". ¡Y qué acierto! "Ahora es una casa a la que siempre nos apetece volver", confiesa Blanca.

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