Una casa de película en la Costa Brava: el estilo "Hamptons" se cuela en esta villa con una cocina azul de ensueño

“Esta casa tiene un valor sentimental, está llena de recuerdos", nos cuenta la propietaria. 

La chimenea es nueva, de piedra, una copia de un modelo antiguo, lo que le daa un toque entre abadía y château el salón. “No soy decoradora profesional, pero me he dedicado a ello”, confiesa la propietaria.

Tiene Goretti un gran ojo para las combinaciones: "La chaise longue ya la tenía, de ese color burdeos que me encanta (tapizada con una tela de Gastón y Daniela). Luego le compré a mi amiga Teresa Font el cuadro (que representa los viñedos, las nubes y el cielo de la comarca del Priorat, en Tarragona) y me di cuenta de que quedaban genial juntos. Así que la chaise longue se vino a la casa nueva”.

Buscaron máxima comodidad: si una encimera estándar mide de fondo 60 cm, está tiene 90. La isla mide tres metros de largo y alberga un congelador, una tele que se esconde y un comedero para perros.

"La lámpara del comedor tiene 60 años, es italiana, de herencia. Así tengo presente a mi familia”, cuenta la propietaria.

En la habitación, nos espera toda la serenidad del mundo. También inspirada en las americanas, no podía faltar una cama con dosel (“tuve que convencer a mi marido”, dice Goretti). “Tiene orientación este, para despertarnos con la salida del sol sobre el mar”. ¡Wow!

Los armarios tienen puertas altas, espejos y una lámpara acorde con el resto de la decoración.

El cuarto de baño también es impresionante. Además de una maciza bañera exenta y vistas, tiene una mesita muy antigua que lleva generaciones en la familia de la propietaria, fue restaurada por un carpintero y da un toque de encanto el espacio.

La madera y las fibras naturales no faltan en este porche, donde las vistas al mar completan la postal.

Dios está en los detalles, decía Mies van der Rohe, y por eso en esta casa maravilla no hay un rincón sin magia. La propietaria eligió personalmente esta fuente antigua para clocarla en el jardín sin desentonar.

Para materializar sus ideas ya clarísimas, buscaron al mejor equipo posible: el arquitecto Antoni Carrió i Campanyà, el carpintero Enric Marimon, el herrero Vicenç Bonamusa (que hizo esas persianas de acero azules del porche) y el paisajista Jaume Vilaseca Canaleta, de Frèsia, para crear un jardín que se disfruta todo el año. "La gente se estresa con las obras, pero ha sido el año en que mejor me lo he pasado, ¡lo volvería a hacer sin dudar!”, nos dice la propietaria para despedirse.