La acusan —erróneamente— de que es un electrodoméstico caro de utilizar, deteriora la ropa o consume mucha energía, pero a ti la secadora te da la vida, sobre todo, en invierno, cuando llueve o ahora que sois familia numerosa y hacéis malabarismos para conciliar el trabajo con la vida familiar. Sin embargo, ¿estás segura de que la utilizas bien? Para despejarte dudas, toma nota de los principales errores que cometemos al usarla.
1. No adquirir un modelo de alta eficiencia energética
Antes de meternos en harina para saber si haces un uso correcto o no de la secadora, estaría bien que hubieras acertado a la hora de la compra.
Como sabes, hay varios tipos de secadoras: de bomba de calor, condensación y evacuación. Sea cual sea la que elijas, deberías decantarte por un modelo energéticamente eficiente.
Aunque los electrodomésticos con etiqueta energética A+++ son más caros, a la larga resultan más efectivos porque te ayudan a ahorrar energía; así que sería un error que no te hicieras con uno de ellos. Tu bolsillo y el planeta te lo agradecerán. ¿Sabías que con una secadora A+++ estás ahorrando un 40% más en el consumo que con una A+?
2. Meter la ropa con manchas
Una vez concienciada, el primer error de uso se produce en el tránsito de la lavadora a la secadora. Antes de introducir la ropa en esta última, debes mirar prenda por prenda, del derecho y del revés, para cerciorarte de que no hay rastro de manchas. Si una mancha no se ha eliminado por completo, el aire caliente de la secadora la fijará forever.
3. Creer que la secadora se limpia sola
Después de cada uso debes de limpiar el depósito de agua y el filtro de pelusas. Este gesto hará que el aparato mantenga su eficiencia energética durante toda su vida. Si el filtro está lleno de pelusas al comienzo, estas entrarán en el condensador. Con el tiempo, el polvo bloqueará la bomba de agua y la pelusa formará moho.
Por fortuna, los nuevos modelos de secadoras con bomba de calor incluyen una función de autolimpieza de filtro. No obstante, conviene que lo limpies bien con agua fría para quitar los restos de suciedad.
Deberás también limpiar el condensador cada 10 o 12 programas de secado para un correcto funcionamiento. Este artilugio se encuentra en la parte inferior de la secadora. Si es extraíble, ponlo bajo el grifo de agua fría y lávalo desde la zona trasera a la delantera. Si no se extrae, pasa un aspirador y limpia la rejilla de ventilación. Por último, pasa un paño seco por el tambor para evitar la acumulación de cal y por el sensor de humedad para que esta no se concentre.
4. Introducir en la secadora todo tipo de prendas
Imagínate, cuando leas esto, una alarma que suena incesantemente en tu cabeza. Sí, porque hay una lista de prendas prohibidas que deberías anotar. Nunca, nunca debes introducir en la secadora prendas que lleven espuma —¡ojo con los sujetadores con relleno!—, goma (zapatillas o bolsos) o derivados, ya que podrían derretirse (y lo que es peor, quemarse) por las altas temperaturas.
Tampoco, prendas que incluyan perlas, lentejuelas o abalorios. Pueden desprenderse y dañar el aparato. Ni ropa de algodón puro o lino porque encogerá. Ante la duda, lee las etiquetas. Si aparece un círculo con una cruz dentro de un cuadrado, la prenda no se puede meter en la secadora.
5. No separar la ropa según los tejidos
Si metes a saco todas las prendas en la secadora independientemente del material del que están hechas, es posible que al sacarlas te lleves las manos a la cabeza. Debes hacer una selección previa porque cada tipo de tejido exige una temperatura y una velocidad diferente.
Y si los separas por colores (claros y oscuros) mucho mejor, así evitarás que tus prendas destiñan. Una vez separadas, ya puedes seleccionar el programa más adecuado.
6. Usar mucho suavizante durante el proceso de lavado
No solo es un error porque daña a la lavadora, sino porque los restos de suavizante también van a parar a la secadora. Algo que puede atascar el sensor de humedad y hacer que la ropa se seque durante demasiado tiempo.
Ten en cuenta también que algunos suavizantes desarrollan un olor desagradable con el calor. Si es tu caso, cambia de marca (o de aroma).
7. Sobrecargar la secadora
Si no quieres que tus camisas salgan echas un acordeón, procura dejar libre un 20% de la capacidad del tambor. ¿Cómo saberlo con precisión? Es muy fácil. Cada programa acepta una determinada cantidad de carga en función del tamaño y del peso de las prendas.
El equilibrio es la clave. Puedes combinar prendas más ligeras con otras que pesen más o también puedes optar por hacer dos ciclos de carga seguidos, uno con las más pesadas y otro con las menos; así el tambor estará más desahogado, evitarás arrugas, ahorrarás energía y te facilitará el planchado.
8. Desconocer las funciones de tu secadora
Siempre que compras un electrodoméstico debes leer con antelación el manual para saber cómo se usa, conocer todas las prestaciones que ofrece y sacarle el máximo provecho. En el caso de la secadora, también.
Así sabrás, por ejemplo, qué es eso de temporizado frío o caliente. El temporizado caliente es el ciclo habitual para eliminar la humedad de las prendas, mientras que el frío sirve para quitar los malos olores o airear prendas que no están demasiado sucias. Se realiza en seco y apenas dura unos minutos.
9. No utilizar el programa eco porque dura mucho tiempo
Este es uno de los errores más comunes —también en la lavadora—. ¿Te has asustado cuando lo has seleccionado por primera vez y el temporizador te revela una duración superlarga? Seguro, que directamente lo has descartado.
¿Cómo puede ser ecológico un programa que dura dos horas, te habrás preguntado, no sin cierta lógica? Pues sí, es sostenible porque aunque dure más tiempo, el consumo de energía es menor.
10. Dejar la ropa mucho tiempo dentro del tambor de la secadora
¡Muy mal! Una vez que acabe el ciclo de secado, conviene que saques de inmediato la ropa. De lo contrario, la humedad condensada dentro del tambor podría volver a humedecerla.
11. Reciclar el agua condensada de tu secadora
Si tu espíritu ecologista te lleva hasta reciclar el agua condensada de tu secadora para regar las plantas o planchar, sentimos decirte que no es una buena idea. El agua condensada contiene restos de pelusa y detergente. Seguro que ni a tus plantas ni a tu plancha les hará mucha gracia.
12. Dejar la secadora puesta y salir de casa
Por seguridad nunca debes dejar los electrodomésticos funcionando si tienes pensado irte de casa. Una fuga de agua o un pequeño cortocircuito puede ser fatal. Si en la zona de tu secadora, huele ligeramente a quemado, e incluso, a pescado, es una señal de que hay partes eléctricas rotas.
No estaría de más instalar un detector de incendios como prevención. Y si después del secado te huele a pelusa quemada, estaría bien quitar el panel trasero (donde está el motor) y aspirar el interior del aparato.
13. Usarla todo el año
Los fabricantes de secadoras te dirán que puedes usarla todo el año. Sí, es cierto, pero ¿realmente lo necesitas? Después de trabajar a fondo en otoño e invierno, tu secadora se merece un descanso, ¿no crees?
Con la llegada del buen tiempo siempre puedes tender la ropa en el exterior. Y si lo que te molesta es que se seca demasiado y se queda tiesa o tienes miedo de que se adhiera polen en ella, tiéndela por la noche que refresca más, recógela por la mañana temprano ¡y problema solucionado!
14. Ubicarla en una zona sin ventilación
Si piensas que la ubicación no importa, estás muy equivocada. La secadora no debe colocarse nunca ni en espacios húmedos ni demasiado cálidos (sobre todo las de condensación). La humedad del aire alarga el proceso de secado y un exceso de calor perjudica al aparato.
No hace falta que tengas un cuarto específico de lavado, puedes colocar la secadora en la cocina junto a la lavadora —en torre o en 2 en 1, lavadora/secadora, ahorrarás espacio— pero siempre en lugares bien ventilados.
Y a la vista de esto, ¿has cometido muchos errores?
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