En realidad, aunque uno no haya hecho ningún estudio científico, sospecha que las radiaciones de los teléfonos, las antenas de telefonía, hasta el wifi... no pueden ser buenas. Pero ¿cómo saber cuánto afecta a nuestra casa, y por tanto a nuestra vida? “Si desde hace tiempo las personas que viven en una casa (a veces puede ser toda la familia) duermen mal, están cansadas, irritadas, se sienten tristes, apáticas, como si tu casa te tirara para atrás, algo hay que no funciona”, nos comenta el arquitecto geobiólogo Pere León. Pere dirige un equipo de arquitectos geobiólogos en el proyecto Pere León – Espais Saludables y es el autor de un par de libros al respecto, con dos títulos que ya resultan significativos: La buena onda y Vivir en modo avión. Oh, oh, esto interesa.
“Sobre todo hay que fijarse en el dormir”, nos comenta. “Si te despiertas a media noche, estás muy cansado, tienes dolor articular, de cabeza, malestar... puedes estar en una casa geopatógena y que afecte a tu sistema inmune. Me encuentro con niños que se les cae el pelo o no crecen, parejas que intentan tener hijos y no llegan, con gente con muchos problemas intestinales o bruxismo (un síntoma muy típico)”, explica.
Dos tipos de radiaciones
Según la Geobiología (la ciencia que estudia las energías que emanan de la Tierra y su relación con los seres vivos), existen radiaciones naturales y artificiales. Las naturales emanan de la Tierra y tienen diferentes causas, y podemos nombrar entre ellas aguas subterráneas o fallas geológicas; y las artificiales, como bien supones, son las derivadas de las nuevas tecnologías. Antenas, transformadores, wifi, teléfonos móviles, radio-despertadores, electrodomésticos... En pocas palabras: estamos completamente expuestos.
¿Se da más en pisos o casas? ¿En las montañas o en la ciudad? “Da igual”, dice Pere. “Entre las radiaciones naturales, las corrientes de aguas subterráneas son muy agresivas para tu sistema inmune, que lucha contra ellas. En Barcelona capital, por ejemplo, nos encontramos con que a partir de terceros y cuartos pisos afectan las antenas de telefonía. El colectivo más vulnerable son los mayores y los niños. Nos encontramos con ataques al sistema nervioso central, bajadas de defensas, niños con tics nerviosos o hiperactivos...”.
El trabajo de los geobiólogos también consiste en acudir a una casa y analizar los factores de riesgo para sus habitantes. “Normalmente quien te llama intuye que ocurre algo. Medimos los campos eléctricos, los campos magnéticos, las radiaciones artificiales y las naturales, ¡y a veces es tan sencillo como cambiar la cama de sitio! Y, ojo, no lo confundas con el Feng Shui. Puede ser una cama mal situada, tal vez encima de una corriente subterránea”.
Una clave: el dormitorio
Durante el día es muy difícil tomar precauciones, porque, en la calle, en el trabajo, estamos rodeados de ondas, tal como nos comenta Pere. Así que centraremos nuestro objetivo para prevenir problemas en un punto del hogar clave para él: el dormitorio. Y la hora de dormir, claro. “La habitación debe ser un templo del descanso”, explica. “Por la noche es importante no dormir con el móvil, es mejor poner despertadores de toda la vida (de pilas), sacar todos los aparatos eléctricos del cuarto, apagar el wifi, y dejar ¡fuera televisiones y tablet!”.
"¡Pero y si para dormir pongo el modo avión?", le decimos. “Entonces no hay problema, aunque es mejor sacar el teléfono del dormitorio”, responde.
"Ahora está muy de moda la alimentación saludable, pero en un futuro estaremos centrados en cómo es el sitio donde dormimos"
Y tiene razón: si un 30% de nuestra vida la pasamos durmiendo, ¡es muy importante que sea en las mejores condiciones! “Además de cuidar cómo es el colchón o los cojines, hay que cuidar lo que no se ve. Y habría también que buscar materiales lo más naturales posibles, dormir sin tóxicos, sin ruidos, con sábanas naturales, maderas con barniz al agua. Ahora está muy de moda la alimentación saludable, pero en un futuro estaremos centrados en cómo es el sitio donde dormimos”, opina el experto.
¿Hay que obsesionarse?
Claro, uno se asusta cuando toma conciencia de lo que lo rodea. ¿Hay que volverse obsesivo? “No, ¡ni mucho menos!”, replica Pere. “Hay que aplicar el principio de precaución, si sabes que fumar o beber es malo, y te cuidas, ¿por qué no hacer lo mismo con los teléfonos? Los usamos a diario, pero no nos hemos hecho las preguntas adecuadas, todo el mundo tiene un móvil, pero sin ir más lejos en Francia los niños no pueden tener uno hasta los 14 años. Y allí espacios públicos como bibliotecas o escuelas no tienen wifi”.
Pequeños trucos que puedes emplear
- No duermas con el móvil: Déjalo fuera del dormitorio. Su radiación buscando señal es dañina. Si lo usas como despertador, ponlo en modo avión. O mejor aún, vuelve al despertador de siempre, el de pilas.
- Que los electrodomésticos estén lejos del dormitorio. No tengas ni lavadora, ni nevera, ni caldera en la pared del cabecero de la cama.
- Nada de radio-despertadores, teléfonos inalámbricos o móviles cargando en la mesilla de noche.
- Evita materiales sintéticos en tu cuarto. Esto incluye moquetas, pinturas... Las camas eléctricas, articuladas, transmiten un campo eléctrico.
- Desconecta el wifi por la noche.
- Camina descalzo un rato antes de irte a la cama. Si tienes jardín o un parque cerca, hazlo ahí. Te ayudará a descargar.
- Pon una planta en tu cuarto, ¡ayuda a purificar el aire!
- Si vives cerca de antenas de telefonía o torres de alta tensión, pide que te midan su radiación y consulta a un experto.
- Pide a un geobiólogo que verifique que no estás descansando sobre un cruce de aguas subterráneas o de campos electromagnéticos terrestres.