Hace unos años tener una casa en el pueblo (para la mayoría) no era gran cosa. Bueno, era un destino económico para las vacaciones, eso sí. Pero ahora.. ¡es lo más! Y es que el estilo rústico se lleva más que nunca, y ha sabido tener paciencia para que, tras la fiebre urbanita, ahora vuelvan a valorar su slow life style. Si estás pensando en reformar tu casa de pueblo lo primero que tienes que saber es que necesita un trato especial. Recuperar más que cambiar, darle más luz y jugar con los elementos sin desprenderla de su esencia es básico.
No, las casas de pueblo no son todas son iguales, naturalmente, pero sí que suelen ser como primas hermanas porque en su ADN tienen algo en común. ¿El qué?
• Espacios "Rubik": o sea, demasiado compartimentados. Antes, las familias eran numerosas y además, había espacios para cuadra, bodega, etc.
• Miniventanas: sobre todo en lugares donde el frío es intenso.
• Actualizaciones poco actuales: quizá se hicieran reformas en el pasado para mejorar la casa que hoy nos parecen aberraciones, como falsos techos, revestimientos que oscurecen o que ocultan paredes y suelos originales preciosísimos...
Reformarlas conlleva no solo ponerlas a tu gusto, más rústico, más contemporáneo, más provenzal o más neorural, sino también acondicionarlas para ponerlas al día estructuralmente.
¿Empezar la casa por el tejado? Casi...
Lo primero en la lista de actuaciones a seguir es sanear la casa de humedades y grietas, comprobar el estado de las vigas (incluso donde no se ven), etc. Y luego, hay que mejorar la cubierta si es necesario porque puede ser la responsable de muchos de los problemas de la casa.
Descubre y recupera
Ve a buscar los materiales originales y dales una nueva vida. Si, por ejemplo, cuentas con falsos techos, deja la viga y el entrevigado a la vista.
Si fueran demasiado oscuros o no estuvieran en buenas condiciones, sanéalos y si quieres, píntalos de blanco. Visualmente serán más ligeros. Y en el suelo, intenta recuperar las baldosas originales. Si no tienes suficientes en buen estado, puedes plantearte combinarlas con lamas de madera o microcemento.
Una casa que invita
La casa del pueblo suele ser un espacio para desconectar y debe invitar a disfrutarla y a compartirla. Así que planifica espacios pensando en ello. ¿Qué debes tener en cuenta? Que tengan los metros suficientes como para reunirte con los tuyos sin tener que decir "levántate que paso".
Si no se hizo con antelación, la estancia que sí o sí deberás cambiar será la cocina. En las casas de pueblo solían esconderse porque lo que se consideraba "visible" era la entrada y el salón comedor, pero la cocina... ¡ni hablar! Sácala de su zulo y comunícala con el comedor y/o con el salón. Tu objetivo debe ser diseñar un espacio cómodo y con mucha luz para tu slow cooking y tu slow life.
¡Ilumínala!
Ampliando o abriendo ventanas nuevas, o bien comunicando espacios con arcos o pasos con dintel y sin puerta. Debes conseguir que la luz circule por todo el interior sin encontrar obstáculos.
Para ello, ten en cuenta también no cubrir las ventanas con tupidas cortinas, de hecho, a menudo las casas de pueblo suelen tener carpinterías preciosas que vale la pena mostrar, así que plantéate dejarlas "desnudas". Por supuesto, distribuye las piezas de tal forma que no tapen la luz. Y opta por la cal o por la pintura en tonos neutros claros si los interiores cuentan con materiales "de peso" como maderas o piedras oscuras.
¿Y en la buhardilla?
Donde solía haber un desván o un secadero de paja, por ejemplo, tienes la opción de hacer la estancia con más encanto de la casa. Una buena idea es situar el dormitorio principal ampliando o abriendo ventanas en los muros.
Por supuesto, la cubierta debe estar en perfectas condiciones y ten en cuenta que, para dormir en la buhardilla sin problemas, necesitarás acondicionarla bien: calefacción y aire acondicionado, si lo necesitas, serán básicos –deja una partida para ellos en tu presupuesto–.
Después de ver nuestra galería de imágenes seguro que no te faltan ideas para reformar la tuya.