Que los dormitorios son para dormir está claro, pero no te conformes –por ausencia de metros– con crear un espacio en el que cerrar los ojos hasta la mañana del día siguiente y al que no regresar hasta que caiga de nuevo la noche. Hay que vivirlos, disfrutarlos y sacarles todo el partido, porque en ellos nos gusta desayunar los fríos días de invierno; arreglarnos para una cita importante o abstraernos del mundo en el que es, sin duda, un espacio ideado para la intimidad, pero también para la compañía.
Así que apunta estos consejos con los que hacer que el tuyo parezca más grande o, por lo menos, que no le falte de nada: armarios de obra en los recovecos (incluso cómodas de obra), mesitas muy estrechas cuya superficie será suficiente para apoyar lo indispensable y cortinas blancas con las que crear un efecto de mayor amplitud. Que sí, que con una cama podría ser suficiente (en Esparta lo era el suelo), pero no sería un dormitorio. Y menos un dormitorio de El Mueble.