Un salón abierto a todo Nada como un gran ventanal para crear una íntima conexión entre el interior y el exterior. Y, en este caso, no solo es el salón el que se abre, también la zona de la cocina gracias a tres grandes ventanales con puertas correderas que no ocupan espacio y ayudan a unificar el veraniego estar con el área de la piscina. Con una pared de cristal Una manera genial de crear esa unidad interior/exterior es mediante una pared acristalada por completo. Esta solución es una invitación a la luz y la mejor manera de hacer del entorno un activo más de la decoración. En este salón son las tonalidades verdes de los árboles y el bosque las que crean contraste y aportan frescura en el interior. Dos salones que son uno El del interior y el exterior. Porque las ventanas correderas con contraventanas de palillería de madera permiten que la esquina del salón interior desaparezca, fundiéndose con el estar bajo el porche y creando un solo espacio. ¿Una clave para darle unidad? Emplear los mismos colores y materiales en el mobiliario. Unidad con el color Otro recurso para que el efecto de conexión entre el interior y el exterior es mediante el color. Si las vistas regalan una maravillosa visión del bosque, el verde puede ser el color de acento que dé vida a la decoración, como en este salón. ¿Y si es el mar? Colores como el azul o el aguamarina serán tus aliados. En conexión con el mar En este apartamento, el gran ventanal por el que se accede a la terraza ayuda a incluir el mar en la decoración. Pero es gracias a la barandilla de cristal que el efecto es total. Con ella no se tapa la impresionante visión azul y se potencia el punto focal, ampliando visualmente el tamaño de este salón alargado . Cortinas de cristal Así sí que la conexión entre el salón y el exterior es cien por cien. Incluso son las ventanas cerradas. Y es que los cerramientos sin perfiles son una de las tendencias para cerrar ventanas sin alterar la estética y se consigue una apertura completa al exterior. Además, las hojas se deslizan por las guías hasta recogerse en uno o dos de los extremos. ¡Ideal! Un salón más grande La gran ventaja de unir el interior con el exterior con un gran ventanal es que el espacio se ve ampliado sin más recursos que el propio paisaje. Este salón blanco se alimenta de la luz que se cuela desde el exterior llenándolo de aún más luminosidad. Tres espacios en uno En este pequeño apartamento, salón, comedor y patio forman un solo espacio. Y es que, cuando los metros en el interior escasean, nada como aprovechar los del exterior para conseguir que el espacio se vea mucho más grande. Sin perder ni un centímetro La distribución de este salón comedor abierto al exterior no desperdicia ni un solo centímetro. El espacio entre los ventanales se ha aprovechado para colocar el estar con un gran sofá rinconero. Mientras, el comedor, se funde con el exterior gracias al gran ventanal invitando a pasar las sobremesas en el salón de la terraza. Abierto a la terraza No solo los jardines invitan a unir el interior y el exterior. También un gran ventanal puede ser el nexo entre el salón y la terraza. Y tampoco tienen por qué ser unas correderas –aunque amplíen más la visión– las que separen el espacio. También sirven unas ventanas balconeras. Y más si son como estas, que ayudan a dar estilo a la decoración. Crea intimidad con las cortinas Como si de un estar exterior se tratara, en este salón se respira el verano. Los sofás blancos y delicados toques de beige aportan frescura y luminosidad. Y la visión de la piscina desde el sofá ayuda a abrir el interior y hacerlo más grande. Bajo la sombra de la buganvilla En este salón conectado con el exterior, el colorido de la buganvilla se cuela en el interior aportado vitalidad y un matiz veraniego que invita al relax. Otro recurso que vemos para unir las distintas zonas es el uso de las fibras, que vemos en las alfombras que decoran tanto el salón como el porche, dando unidad. Naturaleza fuera... ¡Y dentro! Las plantas pueden ayudarte a que esa conexión dentro-fuera sea aún más pronunciada. Por supuesto, el color verde aguamarina (entre el verde de las plantas y el azul del mar) de los textiles ayuda, siendo otro elemento que hace que la diferencia entre el salón y el jardín sea (casi, casi) imperceptible. Si quieres estar al día de todo lo que publicamos en www.elmueble.com, suscríbete a nuestra newsletter .