Piensa un momento: ¿cuánto hace que no renuevas las puertas de casa? Son las grandes olvidadas en decoración, pero el papel que desempeñan es muy importante, tanto a nivel práctico como estético.

La amplia variedad de puertas disponible abarca no solo todo tipo de acabados, sino también de estructuras, que incluyen desde las más económicas de interior hueco y acabado melamínico hasta las más costosas de madera maciza. Entre medio, destacan las de aglomerado con acabado lacado o de chapa de madera natural, que son la opción más habitual por la buena relación entre precio y prestaciones.

Cuestión de precio

Las puertas practicables son más económicas que las correderas debido a que éstas últimas incluyen o bien un kit de revestimiento para el cajón metálico, o bien un mecanismo de corredera vista. Algo similar ocurre con las puertas acristaladas, adecuadas para zonas que no cuenten con una entrada directa de luz natural.

Siempre será más caro un producto que tenga características especiales, entre las que se pueden contar también bisagras ocultas o pivotantes, herrajes de acero inoxidable o manijas de latón macizo en lugar de estándar.

Las puertas lacadas en blanco son las que actualmente más se instalan. Su principal ventaja es que contribuyen a aportar luminosidad a los espacios y se trata normalmente de modelos en MDF macizo de alta densidad, lacados en blanco.

Las puertas de madera maciza son las más caras, aunque a su favor tienen su belleza y durabilidad. Sus precios varían mucho en función de la variedad de madera escogida. Las de pino serían las más económicas, mientras que las más caras son las de nogal.

Las más costosas son las fabricadas a medida, en maderas nobles, por lo que optar por medidas estándar, es decir, 203 cm de alto por anchos de 62,5, 72,5 ó 82,5 cm, será una ventaja. Cuando se tiene un presupuesto ajustado, lo más aconsejable es atenerse a estas dimensiones ya que la fabricación a medida encarece notablemente el precio final.

Cuando las puertas no pertenecen a una misma tirada, puede pasar que la tonalidad del lacado no sea el mismo o que el veteado de la madera sea distinto, así que, ya que te pones, cámbialas (o píntalas) todas de golpe.