Quien no arriesga, no gana. Sí, nos sabemos el refrán muy bien. Pero no siempre es así. A veces, arriesgarnos sin tener en cuenta ciertos aspectos, puede salir muy mal. Sobre todo cuando tiene que ver con colores y con nuestro hogar. Y es que elegir el tono perfecto para pintarlo, es una decisión importante que influye directamente en el ambiente, en la energía y también en cómo percibimos el espacio.
Los colores que seleccionamos afectan en la estética de nuestra casa. Por eso, cuando la tonalidad es adecuada, sentimos que el ambiente es acogedor, cálido e incluso vibrante. Pero si sucede al contrario y nos equivocamos de pleno, el espacio puede generarnos incomodidad o estrés, haciendo que las estancias se vean mucho más pequeñas de lo que son.
No todos los colores funcionan en una vivienda. ¿La razón? Depende de los factores de la misma. Por ejemplo, si queremos elegir un tono arriesgado, tenemos que tener en cuenta primero el tamaño de la habitación, la luz natural que incide en ella o el estilo decorativo con el que hemos diseñado cada rincón. Una vez que hemos tomado en cuenta esto, podremos valorar si de verdad ese color que tanto llama nuestra atención, es buena idea o si será todo un problema. ¡Cuidado con estos tres colores!
Rojo: un color que puede ser muy atrevido
Los que conocemos la colorimetría, sabemos que el rojo es un color que nos transmite energía, pasión e intensidad. No obstante, si buscamos un hogar que nos genere tranquilidad, quizás no sea la mejor opción. La estilista Mar Gausachs, nos explica que "si buscas que tu salón transmita calma, sería recomendable evitar esta opción. Además, el uso excesivo de rojo puede hacer que el espacio parezca más pequeño de lo que en realidad es". Esto es aplicable a todas las estancias de nuestro hogar.
A pesar de ello, si aun así somos fanáticos de este color y queremos apostar con él, es mejor que primero hagamos alguna prueba para ver qué tal se integra, como introducirlo en los pequeños detalles decorativos: mantas, cojines, piezas...
¿El verde? Puede salir mal
Es cierto que el verde es un tono muy versátil, ya que combina con otros colores cálidos o fríos. Sin embargo, el verde sienta bien según qué tono. Si es demasiado llamativo o neón, puede ser un error del que te arrepientas muy pronto. Si es un color más pastel, realmente puede ser el toque que le faltaba a esa estancia sosa que no sabías cómo decorar. Te recomendamos que antes de excederte en pintar de verde tu casa, hagas una pequeña prueba.
Azul, frío y distante
Si queremos un hogar acogedor, hay tonos que van a jugar en nuestra contra. Uno de ellos puede ser el color azul. Aunque es un color conocido por ser muy relajante, que inspira serenidad y tranquilidad, si se utiliza en un tono frío, es probable que genere el efecto contrario, especialmente en espacios con muy poca luz. Y es que, el color azul puede no integrarse bien, haciendo que las estancias se vuelvan sombrías y oscuras.
De hecho, en habitaciones pequeñas, este color acentúa la estrechez, haciendo que se vea más reducida. Ciertos tonos de azul, por tanto, pueden resultar muy estimulante, no siendo el tono ideal para espacios destinados al descanso o la relajación. Por ello, una solución es escoger azules más cálidos, que se muevan entre tonos pasteles, turquesas suaves o tonos azulados con matices grises. Otra opción es utilizar el azul en pequeños detalles como alfombras, cortinas...