Sophie, la hija de cinco años de la estilista Mar Gausachs, no quería dormir en su habitación hasta que el Feng Shui, ¡hizo magia! Ahora se pasa el día en ella, jugando y descansando. ¿Qué ha pasado? Todo empezó con una llamada: "Astrid, mi hija tiene una habitación de princesa, ¡y no quiere dormir en ella! Sé que algo está pasando en la habitación de mi pequeña, pero no consigo ver el problema". Al otro lado del teléfono se encontraba Astrid Izquierdo, autora de El pequeño libro del Feng Shui.
Mar vive en una antigua sala de cine convertida en un loft, con techos altísimos -para poder proyectar películas- y grandes ventanales. "De entrada, lo que puede parecer un espacio increíble en lo que se refiere al diseño, en el ámbito energético, puede acabar siendo un verdadero quebradero de cabeza", introduce Astrid. Según el Feng Shui, estos espacios sufren un exceso de energía yang. Así que el reto, estaba claro: debían transformar un espacio abierto y "desprotegido" en un refugio acogedor para la pequeña.
Antes: la cama estaba junto a la ventana
1. el dormitorio tiene una pared de cristal
La habitación infantil se encuentra en la planta superior y, en lugar de pared, se separa de la planta inferior por un cristal que deja entrever el salón (unos cuatro metros por debajo). "¿Te puedes hacer una idea de la sensación de caída al vacío, de peligro, en definitiva, que sentía la niña? Todos los juguetes de la pequeña recogidos junto a la pared de cristal y, claro, la niña sin querer entrar a jugar...", explica al recordar la sensación de vértigo que ella misma sintió al entrar. La pequeña "presentía el peligro de una caída inminente y no sabía cómo expresarlo con palabras".
2. La cama estaba ubicada entre las dos ventanas
Pero este no era el único problema: la cama se encontraba al fondo, frente al ventanal que daba directamente a la terraza de la planta baja y en línea con la puerta de entrada. ¡Error! "La cama se hallaba en medio de la corriente energética entre el ventanal y la puerta", aclara Astrid. El Feng Shui defiende que los niños son sensibles por naturaleza, por lo que Sophie captaba perfectamente esa sensación de incomodidad y peligro, que la llevaba a querer dormir en la habitación de su hermano Pol.
Después: movieron la cama y la cómoda
Para eliminar visualmente la pared de cristal que da al salón, colgaron sobre ella unos screens blancos y tupidos que deben estar siempre bajados. "A través del ventanal que da a la calle entra un chorro de luz natural más que suficiente como para iluminar toda la estancia. De modo que pueden permitirse el lujo de mantenerlos siempre bajados para ocultar el tabique de cristal, simulando una pared blanca que acaban de pintar", detalla la experta en Feng Shui.
Así quedó:
También reubicaron el resto de los muebles de la habitación infantil: "La prioridad fue cambiar de ubicación la cama y colocarla en la zona de mayor protección. Es decir, arrimada entre las dos únicas paredes sólidas y fuera del recorrido puerta-ventanal. Allí colocamos la cajonera y pusimos encima una planta (elemento madera) y una lamparita (elemento fuego) para equilibrar los cinco elementos. La guinda la pusimos con una bonita alfombra (elemento tierra) en medio de la habitación, con una mesita y dos sillas donde la niña pudiese sentarse a pintar", detalla Astrid.
Este nuevo juego de elementos generó la estabilidad que ese espacio necesitaba. Desde entonces, Sophie ¡pasa horas en ella dibujando! Pero no solo eso, sino que además la pequeña duerme plácidamente gracias a tener una habitación "más sólida, más segura, más confiable y cómoda. Para cuando Mar terminó con todos los cambios propuestos durante mi visita, su niña no quería salir de su habitación. Reconciliada y en armonía con su espacio infantil", añade.
¿Magia? No, es el poder del Feng Shui. Desde entonces, Sophie duerme y juega feliz en su habitación. Y Mar Gausachs se ha convertido en una apasionada de este arte hasta el punto que lo aplica en muchos de sus estilismos.
Cómo decorar una habitación infantil según el Feng Shui
Gracias a Astrid, hemos aprendido "que los niños necesitan sentirse seguros, cómodos y protegidos en su microuniverso para crecer de forma equilibrada y poder desarrollar al máximo sus capacidades. Su dormitorio es la estancia, donde realizan actividades con energías muy distintas como jugar y estudiar, por lo que es de vital importancia mantener el orden y la armonía en él". ¿Cómo pueden conseguirlo? Ella misma te da las claves:
En La decoración
- Ubica la cama en la posición de mayor protección (fuera de la fuga energética entre la puerta y la ventana).
- Coloca un cabecero de madera para fomentar la sensación de seguridad.
- Evita colocar estanterías encima de la cama. No es una buena idea: demasiado peso visual impedirá un descanso reparador.
- Pinta las paredes en tonos fríos como el azul, el beige, el verde (o incluso el rosa palo) hasta que cumplan doce o catorce años. Eso suavizará el elemento fuego que forma parte de su naturaleza y evitará un exceso de hiperactividad (o superávit de energía yang).
- Instala un regulador de intensidad lumínica que permita ajustar la luz a las distintas actividades y horas. Podrás graduar la energía según las necesidades de cada momento y crear una atmósfera relajada que invite al descanso.
- Usa aromas de aceites esenciales como el de lavanda, que invitan a tener felices sueños.
Con hábitos
Por otro lado, Astrid también te recomienda enseñar a los niños el valor de una habitación ordenada. Hazlos partícipes y anímales a:
- Revisar periódicamente sus juguetes y su ropa, para que descarten todo aquello que ya no utilizan o se les ha quedado pequeño.
- Recoger antes de ir a la cama todos los objetos y materiales que estén relacionados con el estudio y el esfuerzo.
- Desconectar de los aparatos electrónicos manteniéndolos fuera de su vista (estimulan el cerebro en exceso y dificultan el descanso).
Ejercicio práctico para hacer en tu casa
Para acabar, observa la habitación de tus hijos y hazte estas preguntas:
- ¿Cómo se siente la niña o el niño en su habitación? ¿Se siente feliz en ella?
- ¿Disfruta de las sensaciones de comodidad, seguridad y protección?
- ¿La cama está bien ubicada?
- ¿El color es el adecuado?
- ¿Disfruta de un descanso reparador?
- ¿Qué me encanta y sé que es bueno para su bienestar?
- ¿Qué me molesta y puede interferir en su bienestar?
- ¿Qué acciones de mejora voy a realizar?
En El pequeño libro del Feng Shui, Astrid te anima a hacer tres respiraciones profundas, visualizar esos cambios y las sensaciones positivas que te provocan a ti y a tu hijo o hija y, después, escribirlas para anclarlas.