La fábula del patito feo le va como anillo al dedo a este piso. Y es que donde lo vemos tan luminoso, amplio y con relajantes vistas al parque, antes de la reforma era un local. Sí, sí, un local comercial oscuro y parcelado en infinidad de minicubículos. Con eso se encontró Andrea cuando visitó lo que sería su nuevo hogar. “Era... nada. Pero era grande y tenía mucho potencial. Así que nos arriesgamos”, recuerda Andrea.

Pero hasta llegar a lo que es ahora tuvieron que picar, literalmente, mucha piedra. "Hubo muchos trámites y papeleo. Pero valió la pena". Superada la burocracia, llegó el momento de tirarlo todo al suelo y empezar de nuevo, levantando paredes, haciendo ventanas...

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