Unos pocos quilómetros separan esta casa de la bulliciosa villa de Puigcerdà. Pero aquí solo se oye el rumor del río, el trinar de los pájaros y las risas de los sobrinos de los propietarios, que han convertido el jardín en su ludoteca privada. Y es que en esta casa, con nombre propio, las ideas y venidas de pequeños y adultos son una constante. "La llamamos Maranatha, porque es un lugar de acogida, donde todo el que venga pueda decir ‘¡que bien se está aquí!’", nos cuentan sus propietarios. 

"Aprovechamos la orientación sur del terreno, que garantiza más horas de sol, para abrir la casa a la luz y a su privilegiado entorno natural, a orillas del río. Como si de una cajita de cristal se tratara. Y reservamos los espacios más cerrados para la zona de noche, que es la que precisa de más intimidad", explica Carlota Nieto, de la promotora inmobiliaria Eclair, especialistas en el diseño y construcción de casas personalizadas de estilo nórdico en La Cerdanya. 

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