Una acogedora y moderna casita de madera en la montaña, con chimenea donde refugiarnos este otoño

Lara Vallés, de Space Stage, ha hecho la reforma integral de esta vivienda destinada a segunda residencia, que tenía un aspecto obsoleto, con maderas oscuras y acabados brillantes de hace más de 25 años. “La premisa fue actualizar la casa y darle ese aspecto de montaña que tanto demanda el entorno, pero siempre teniendo cuenta el espíritu joven de sus propietarios, un matrimonio muy deportista”, asegura.

Lo percibimos ya desde el recibidor, donde el estilo rústico y el industrial se dan la mano, anticipando lo que vamos a encontrar a continuación. “Los toques de color negro gustaban mucho a los propietarios y se integran perfectamente con la madera”, admite la interiorista Lara Vallés.

Para actualizar esta casita de montaña decidieron hacer algo diferente. “Marcamos algunas vigas del techo en negro mate, simulando las estructuras industriales, y otros detalles como la pared de la entrada o los focos orientables del techo”. También lo vemos en la chimenea, la reina de la casa. “Está forrada en papel pintado y simula una textura de pelo de potro en gris antracita. Se hizo totalmente nueva, ladeada y con el cristal esquinero, para poder disfrutar del fuego, desde la mesa y desde el sofá, que también es oscuro”, aclara.

Este sofá es otra pieza clave, hecho a medida por Space Stage Studio. “Querían que tuviera mucha profundidad para poder tumbarse juntos frente al fuego. Está pensado en forma de ‘L’ para disfrutar tanto de la chimenea como de las vistas al jardín”, desvela.

Para compensar la balanza, buscaron la calidez en los tonos de la madera, en los textiles de tricot grueso o en paredes de color lino. “Hemos aclarado techos, igualándolos con el parquet, y hemos tirado paredes para ganar espacio”, apunta. Todo está muy bien aprovechado, ¡a la vista está!

El comedor es otro ambiente clave y lleno de encanto dentro de este espacio abierto. “La pared está forrada en madera vieja recuperada de granjas de Suiza. Aprovechamos los huecos para hacer un armario que quedaba totalmente oculto”, explica Lara Vallés. Con la bancada se esconde el radiador y se accede a ella fácilmente porque la mesa tiene dos únicas patas centrales. ¡Todo está pensado al milímetro!

A continuación encontramos la cocina, también abierta al salón-comedor. Para ahorrar espacio, también se prescindió de campana en la cocina, pero se puso una encimera que sirve de extractor. Como se puede ver, es una cocina abierta al salón, de roble y lacada en negro mate, al igual que la encimera y la grifería.

 “Además, tiene un desayunador y unos armarios altos que hemos aprovechado para poner lavadora y secadora elevada, con un cajón debajo para que no se tengan que agachar”, nos cuenta la interiorista.

Llegamos al dormitorio principal, igual de acogedor que el resto de la casa. Sigue esa misma línea rústica, con vigas y detalles de madera. En este caso, tiene un cabezal de madera recuperada de granjas suizas, a juego con el aro de la cama. Los textiles hacen el resto y consigue abrazar la habitación para hacerla realmente acogedora. “Hemos elegido una funda nórdica en lino natural con cojines de tricot”, puntualiza.

Visto desde otro ángulo, este dormitorio aguarda otra sorpresa. ¿Y esa original chimenea? Es de bioetanol, y es tan funcional como decorativa, una máxima que se repite a lo largo y ancho de esta casita de montaña pensada para disfrutar. ¡Nos encanta!