Las mejores casas de las lectoras: la casa surfera y de estilo mediterráneo de Ana en Madrid // CON VÍDEO

"Mi marido y yo somos dos apasionados del surf", explica la propietaria y encargada de la reforma Ana Teijeira. "Soñamos con las olas, con la playa y con buscar el sol cada día de nuestra vida. Por eso, necesitábamos una casa que nos trasladara a nuestros momentos de olas y risas juntos en cualquier rincón del mundo, pero sin caer en la típica decoración de hotel playero, espero que me entendáis", comenta. ¿Su mayor "handicap"? Viven en Madrid, y en esta ciudad no hay playa.

"Queríamos que toda la casa reflejara nuestro amor por el surf sin caer en una estética muy exagerada, sino más bien la vida relajada de Bali o de las costas de Florida, donde estuve viviendo varios años", explica Ana.

La familia vivía antes con sus tres niños en un bajo con jardín muy mono a las afueras. Cuando su cuarta hija vino en camino, tuvieron que buscar más espacio. "Los precios estaban muy altos y encontrábamos casas antiguas, compartimentadas y desactualizadas, por lo que nos decidimos a hacer una reforma", explica Ana. La reforma fue exprés: ¡en apenas 2 meses tuvieron la casa nueva!

"Entonces fue cuando pude aprovechar a mi madre, que es interiorista, y mi archivo infinito de revistas El Mueble", ríe la propietaria. "¡Al fin! Los dos juntos hicieron su labor: recorté, señalé, saqué fotos, guardé ideas y así di con la casa que soñábamos".

Los antiguos dueños eran mayores y la casa estaba viejita. ¿El cambio más importante? El jardín. Era muy bonito, de estilo inglés, pero estaba recargado y se veía pequeño. Además, no era apto para niños. "Nosotros le pusimos plataneras y palmeras, que imitan a las de Florida, donde viví cuatro años", explica Teijeira.

"Cerramos el porche con un cerramiento de cristal y así lo aprovechamos todo el año, ¡hacemos muchísima vida aquí! Por eso lo decoramos informal, muy relajado con los muebles de fibras naturales y tonos marineros. Es mi rincón más especial, en realidad el de todos".

"Yo quería que el salón fuera blanco: los sofás, la pared y la alfombra. La gente me decía que era una locura con cuatro hijos, pero resulta que no, son muy sufridos. Como son desenfundables, los lavamos una vez al mes y quedan como nuevos. Y van genial con las mesas de madera lavada, las sillas y las lámparas de fibras. Esa sensación natural es muy importante para mí", confiesa la propietaria. 

Por ejemplo, en la cocina y el office, las lámparas y las sillas de ratán. De hecho, el office es la mesa que más usan, para desayunar, comer, merendar, hacer deberes... "No me arrepiento de haber escuchado los consejos de mi madre, que me convenció de que pusiera rodapiés altos, molduras y algunas piezas de madera, como la mesa del salón o la cómoda de mi dormitorio que ella me regaló", declara la propietaria. 

Otra recomendación de mi madre que resultó súper valiosa fue la de poner una alfombra de baldosa hidráulica en el suelo de la cocina, contrasta con la madera y es muy fácil de limpiar.

Los niños participan mucho a la hora de tomar decisiones decorativas. "Las cabezas de animales de juguete las traen de todas partes del mundo, de Canadá a París, y también tienen algunas de Kenay Home, Zara Home y El Corte Inglés", explica su madre. 

Para los nin~os pusieron la habitación en azul y blanco. Para las niñas, en un tono fresa claro y blanco. "Por supuesto, no me faltan los arrimaderos blancos, ¡otra lección de El Mueble! Mi madre transformo´ una caja de fruta en juguetero".

El dormitorio, como se puede ver, está lleno de ideas "made in El Mueble": el cabecero tapizado, el espejo de cuarterones sobre la cómoda, mi armario a medida, una alfombra bereber y la cómoda antigua que fue un regalo de su madre.

Por cierto, las láminas botánicas son cuadros hechos con flores secas por ella. "Gracias a mi madre me picó el gusanillo de la decoración desde que era una niña, aunque no fue hasta que tuve mi familia que me lo tomé en serio", declara.