La historia de Sam y Jeremy es la de cualquier otra pareja de la era moderna. En su día, se mudaron a una casa situada en el vecindario donde Sam había crecido, pero con la llegada de su hija Avery, la vivienda había dejado de cumplir sus expectativas. La distribución, demasiado compartimentada, se alejaba por completo de su concepto de un hogar luminoso y abierto en el que poder compartir todo el tiempo en familia.
Los hermanos Scott transformaron las zonas comunes en un gran espacio abierto y diáfano, con una mesa de comedor ideal para las noches de pizza casera y múltiples soluciones de almacenaje. Además, el antiguo baño, que parecía sacado directamente de los años cincuenta, se convirtió en una estancia rabiosamente moderna, cálida y luminosa.
Para la decoración, el objetivo era apostar por un estilo nórdico y cálido al mismo tiempo, empleando una gama de grises con detalles de color puntuales en elementos como los textiles y sin perder del todo la esencia rústica. En definitiva, ¡una casa lista para disfrutar durante muchos años! Te mueres de ganas de ver el resultado, ¿verdad?
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