A Carmen Cuevas, la propietaria de este piso, vivió en él hasta que se casó. De sus recuerdos de infancia, explica cómo se le escurrían las horas imaginando que su casa era un barco navegando por la bahía de Málaga. "Para mí es un lugar único y por eso a la hora de darle una segunda vida lo hice con un cariño muy especial”, confiesa Carmen, que encargó la reforma y decoración a Isabel Flores y Nuria Almansa.

El Mediterráneo fue testigo de cómo Carmen se crió entre versos de Lorca, Quevedo, Machado… Su padre, catedrático de literatura, tenía la casa forrada de libros. La librería es un homenaje a su infancia aunque ha dejado como recuerdo una “pequeñísima parte”.