La decisión de reemplazar cualquiera de tus artículos diarios es muy personal y subjetiva: a final de cuentas, cada uno de nosotros tiene unos estándares distintos sobre qué se considera práctico, estético o incluso limpio, y qué no. A pesar de que aplicar el sentido común es la mejor práctica que puedes llevar a cabo para saber si ya es hora de reemplazar tus toallas, te traemos algunos indicativos de que quizás ha llegado el momento de ir de compras a por nuevas:
Señales de que es hora de reemplazar tus toallas:
- Wear and Tear: o lo que es lo mismo, desgaste por uso. Si encuentras en tus toallas bordes deshilachados, tejido que ha perdido grosor por exceso de lavado o se ha encogido por una mala elección de la temperatura del agua, no te preocupes: sigue leyendo porque te contamos cómo evitar que ocurra. Sin embargo, esos desgastes hacen que tengan un aspecto descuidado y poco estético, lo cual es una clara señal de que tu baño se vería mejor con unas nuevas.
- Ya no tienen la capacidad de absorción de antes: con el tiempo, y los innumerables lavados, las fibras encargadas de absorber los líquidos se pueden ir perdiendo y desgastando. Esto, sumado a la acumulación de restos de detergente o suavizantes que a veces se resisten al aclarado, hará que el tacto y la estructura de tus toallas cambie por completo, dejando de resultar tan agradable como antes.
- Un olor a humedad que no se va: si tus toallas tienen un olor desagradable a humedad, es posible que se estén acumulando bacterias o gérmenes que desprenden ese hedor persistente. Si con el lavado no desaparece, o al volver a entrar en contacto con el agua vuelves a notarlo, no lo pienses más: ¡deshazte de ella!
- Manchas o decoloraciones que no salen con nada del mundo: si no se eliminan a pesar de todos los intentos, incluso después de lavarla varias veces, pueden hacer que una toalla parezca sucia o antiestética. Si las manchas no salen y afectan al aspecto general, puede que haya llegado el momento de cambiarla.
- Tacto y suavidad: aunque muy similar al segundo punto que te señalábamos, otra cosa a tener en cuenta es la textura. Si te resulta áspera, rígida o algo desagradable al tacto, es posible que las fibras estén dañadas, y no haya vuelta atrás. ¡Eso sí! Puedes destinarla a otros usos como la limpieza o traspasarlas a tus mascotas.
- Cuestiones de higiene: Si la toalla se ha utilizado durante un periodo prolongado (¡la vida promedio de una toalla es de dos o tres años!), puede ser aconsejable sustituirla para mantener la limpieza y evitar la propagación de bacterias u otros agentes patógenos. Ten en cuenta que si la has usado en entornos como el gimnasio u otros espacios públicos, donde la higiene es especialmente necesaria y donde tendemos a ser más meticulosos, es recomendable que la sustituyas más a menudo.
¿Cómo lavamos las toallas nuevas para evitar que pierdan esa suavidad del primer día?
El cuidado de tus toallas comienza con el primer lavado: toma nota de estos truquitos para que tus toallas conserven su suavidad durante más tiempo, y no se conviertan en foco de bacterias y gérmenes:
- Puedes sumergir tus toallas en una mezcla de agua fría con un chorro de vinagre y limón. Deja que actúe durante una hora y verás como, después de hacer tu lavado habitual, tus toallas no cogerán esa aspereza tan característica de la lavadora.
- No utilices demasiado detergente, y, cuanto menos suavizante, ¡mejor!
- No sobrecargues el tambor de la lavadora, pues no deja espacio a que los textiles puedan limpiarse bien.
- Elige la temperatura adecuada: dado que la mayoría son de algodón, te recomendamos aplicar un lavado de entre 40º a 60º, dependiendo del color.
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