Con la bisutería deberíamos tener la misma disciplina que tenemos al organizar el armario a lo Marie Kondo de "algo nuevo entra, algo debe salir". Sabemos que cuesta desprenderse de accesorios que, sin ser de gran valor económico, quizás sí lo tienen emocional. Pero lo de guardar pendientes desparejados, anillos que no nos caben (y no nos van a caber nunca más) o collares con el cierre roto (y que costaría más arreglarlo que lo que vale el collar) es un lujo que, si cuando contamos con poco espacio en casa, no podemos permitirnos. Así que, antes de ponerte en ordenar, haz un "sin piedad".
Cuando tengas las joyas que realmente quieres conservar, lo mejor es extenderlas en una superficie plana, como la cama, y clasificarlas por categorías (anillos, brazaletes, pendientes...). Si tienes un stock importante de joyas de fiesta, quizás valdría la pena asignarles una categoría propia. Con todo clasificado, sabrás la cantidad de piezas que tienes de cada categoría y podrás buscar soluciones a su medida. Por ejemplo, para los pendientes son muy prácticos los organizadores con paneles con agujeros. Para los collares una buena opción son los colgadores, que suelen tener varias barras y para los anillos los conos ocupan muy poco y permiten tenerlos todos a la vista.