Una vez que hemos aprendido la lección de que menos es más y nuestros armarios respiran orden y armonía en cada una de sus perchas, qué os parece si damos otra vuelta de tuerca y nos atrevemos a dejar la ropa a la vista. Armarios abiertos, percheros, colgadores, vestidores… todo para colocar tu ropa pero con una premisa: dejarla expuesta.
Hay espacios que piden a gritos un poco de aire y quitar puertas puede ser una idea excelente; otros que simplemente reclaman un perchero que le de vidilla a ese rincón, y también existen recibidores solitarios que claman por la compañía de un colgador original en donde reposen los abrigos; sea cual sea la opción que elijas, te damos varias ideas para que saques tus trapitos del encierro al tiempo que le das un plus a tu decoración.
Nada fuera de su sitio
Lo primero que debes tener en cuenta es que orden se va a convertir en tu segundo nombre. Olvida eso de arrojar el jersey al tuntún y pensar: “luego lo coloco”, nada de tirar de la última camiseta del montón y hacer que la torre entera se venga abajo y ni pienses en que varias prendas compartan percha. Si quieres conseguir un efecto muy chic, la norma a seguir es que todo debe estar siempre en su sitio… ¿estás preparado?
¿Cómo lo hago?
Hay cajas, cestas, botes y un montón de objetos de almacenaje monísimos que te pueden ayudar a que las cosas más pequeñas tengan un lugar; además, no se trata de que tooodo quede a la vista, mejor que la ropa interior, los calcetines y algunos complementos estén guardados. La privacidad, también existe.
En pequeñas dosis
Si te parece que abrir tu armario por completo es demasiado, prueba a poner un perchero colgante en algún espacio de tu habitación y que pendan de él prendas especiales y delicadas que hagan las veces de objetos decorativos. Verás que el resultado te va a enamorar.
Dando la bienvenida
Un colgador en el recibidor resulta práctico, súper útil y puede ser una bonita carta de presentación al llegar a tu casa. Ganchos para colgar los abrigos y el bolso, algún cesto para guardar zapatos y si te cabe, un banco en el que poder sentarte a descalzarte o para dejar las cosas cuando llegas cargado de la calle.