"Cuéntame un cuento y verás qué contento", cantaban Celtas Cortos allá por los noventa. Lo que no decían en su pegadiza canción es cómo organizar todos los libros infantiles que se pueden llegar a acumular cuando hay peques. Parece una tarea sencilla, sobre todo cuando entran en casa sus primeros cuentos. Son pocos y ocupan poquito. Además, con sus bonitas ilustraciones de colores, ¡decoran por sí solos! Pero la cosa se sale de madre muy deprisa, y antes de darte cuenta, tu bebé ya ha cumplido los tres años y los cuentos son casi una montaña.
En la galería hemos reunido diferentes soluciones para mantener sus lecturas preferidas en orden, pero si tu hijo es un ávido lector (¡felicidades!), es probable que necesites más espacio... O, ¿por qué, no? Buscar soluciones alternativas.
¿Has pensando en deshacerte de los cuentos que ya no lee?
Aquí también aplica la máxima de Marie Kondo: antes de ordenar, hay que hacer limpieza. Puedes darle los cuentos a amigos con hijos pequeños o donarlos, por ejemplo a la biblioteca. Si están en muy buen estado, incluso puedes venderlos por plataformas como Wallapop y así la próxima escapada al zoo saldrá gratis.
Ataja el problema de origen: no acumules
Esta es otra opción: acumular menos. Noo significa privar a tus hijos de lecturas nuevas, sino cambiar el sistema. Por ejemplo, pedir prestados cuentos y libros a la biblioteca, ya sea la del barrio o la del mismo colegio en el caso que la tengan. No solo acumularás menos, sino que visitar la biblioteca puede convertirse en una experiencia lúdico-didáctica muy interesante. Además, muchas bibliotecas y centros cívicos ofrecen cuentacuentos y otras actividades muy divertidas para niños.