De origen inglés, el sofá chéster es todo un icono decorativo. Propio del estilo clásico, ha sabido hacerse su sitio en todo tipo de decoraciones. Así es un básico también en salones industriales y luce los colores más vibrantes en los que presumen de las últimas tendencias. Estas son las razones que tenemos para amarlo. 

Origen del sofá chéster

Hace muchos, muchos años el Conde de Chesterfield encargó a un ebanista londinense un sofá donde los hombres distinguidos se encontraran cómodos y mantuvieran, al mismo tiempo, una postura erguida. Debía ser "duro y robusto", con los brazos y respaldo a una misma altura para obligar a sentarse con la espalda recta.

El ebanista encargado de la tarea entregó al conde lo que se convertiría en el primer capitoné de la historia: un sofá con el canapé tapizado en su totalidad y el respaldo salpicado de botones que parecían hundirse en el mismo. Aunque la tapicería original era de piel, la historia del sofá Chester y su gran éxito han conseguido, como hemos visto, que este icono del estilo clásico inglés se realice en todo tipo de tejidos.

Pero las malas lenguas dicen que el conde, de nombre Philip Dormer Stanhope, habría realizado el encargo con una intención más doméstica: que el uniforme de su mayordomo no desluciera mientras este estuviera sentado a la espera de recibir sus instrucciones. ¡Pues menudo era el conde! El mayordomo, a lo largo de los años, se habría cansado de tener que sentarse en una postura muy correcta, pero también un tanto incómoda, y aprovechó las últimas palabras de su señor para deshacerse del mueble.

Se cuenta que, en su lecho de muerte, el conde recibió la visita de un joven diplomático, el señor Dayrolles. Al ver que su huésped carecía de lugar donde sentarse, el moribundo indicó al mayordomo que diera a Mr. Dayrolles un asiento. El mayordomo se lo tomó al pie de la letra, regalándole el "dichoso" al joven Dayrolles, quien sin comerlo ni beberlo se encontró viajando con Chester hasta su casa. Cuando damas y caballeros de la alta sociedad londinense lo vieron, se encapricharon de él y empezaron a pedir sus propios Chester. Y de allí, al resto del mundo.

Hace más de doscientos años que el Chesterfield nació y no ha envejecido ni un ápice. Diseñadores y decoradores han conseguido adaptar la forma y el tapizado capitoné a todas las épocas, lo han convertido en una pieza más cómoda y también más adaptable a los hogares modernos y a todo tipo de entornos. De hecho, el sofá Chesterfield o chéster (abreviatura utilizada en español) es toda una estrella de la televisión y el cine. Quizá el Chester más famoso sea el que apareció durante años en la pequeña pantalla como pieza central del Central Perk, en la serie Friends, pero no es el único: en los años ochenta no había ni una sola consulta psiquiátrica de las películas que no se amueblara con este modelo de sofá y tampoco es difícil encontrarlo en las mejores revistas de decoración (como El Mueble) y en casas de muchos famosos.

Y colorín, colorado, su historia aún no se ha acabado...

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