Un salón muy El Mueble decorado desde cero: con mucho estilo en blanco y madera, con toques neoclásicos, ¡y mucha luz!

El resultado es un salón clásico y acogedor, donde el blanco y los tonos crema, muy neutros, lo bañan todo y potencian la luz. Los muebles de madera dan continuidad al parquet y multiplican la sensación de calidez, rematada por una preciosa chimenea que invita a largas tardes de domingo frente al fuego. ¿Un truco de decoradora? El gran espejo neoclásico que descansa sobre ella amplía visualmente el espacio, y refleja la luz. Todo en este ambiente respira serenidad y elegancia.

Blanco y madera son la base perfecta para llenar de calidez y un aire atemporal este salón. Hemos elegido un gran sofá en color crudo combinado con una mesa de centro de madera, robusta y con mucha personalidad. Para dar color al sofá, los cojines en verde, blanco y gris ponen un toque fresco y actual. Elegir diseños divertidos que aporten el punto desenfadado a la decoración es siempre buena idea, pues son fácilmente intercambiables si en algún momento queremos renovar el espacio.

Junto a la chimenea, colocamos dos cómodas de madera de estilo isabelino, que nos aseguran el encanto de las piezas especiales. Para darles luz y un aire más contemporáneo, las hemos decorado con una lámpara moderna, jarrones verdes de cristal y un busto.

Las butacas de lino completan el estar y suman comodidad. Muy mullidas, de formas redondeadas y con funda de lino, crean un rincón de lectura acogedor. Son el modelo Juliette de By Blasco, a juego con el puf que cierra el salón. El cesto de fibras es perfecto para guardar plaids. El helecho pone un toque desenfadado

Sobre la mesa hemos jugado con un doble mantel. Los bajoplatos de fibras dan calidez y contrastan con la vajilla artesanal oscura. El servicio de mesa se completa con vasos y jarrones verdes, y los arreglos florales refuerzan el punto natural de la mesa.

Tanto el comedor como el salón tienen una chimenea con embocadura de mármol original. La del comedor es en color arena. La hemos decorado con un espejo con molduras en blanco, unos elegantes candelabros de cristal verde y un potos que aporta color y un toque natural.

Las sillas tapizadas son un clásico para el comedor cuando se busca comodidad y estilo. Su color blanco roto combina con la alfombra con textura, las cortinas de lino y hasta el mantel. Para que la mesa luzca hemos colocado los manteles a lo ancho, uno encima del otro. Así dejamos la madera vista en los extremos de la mesa.

La lámpara de techo enmarca la mesa y le da un look parisino al comedor que repite las claves decorativas del salón: blanco y madera y toques de verde en los complementos. Es un comedor de contrastes: la extravagancia de la lámpara encuentra su contrapunto en la vajilla de estilo rústico, y la mesa de líneas limpias.