Las telas favoritas de las abuelas ahora también son la tendencia clave de la temporada: así las usarás para decorar el salón, el dormitorio, la cocina...

Las telas con aires antiguos siempre son más complicadas de añadir en las viviendas, sobre todo cuando tienes un estilo basado en tonos suaves, neutros y algo más modernos. Si vas a usar telas algo más recargadas, una buena opción es apostar por cojines. Son una forma sencilla de integrar estampados algo más potentes y llamativos.

Pequeños detalles como fundas para lámparas, cuadros o incluso tapices de pared pueden incorporar la esencia de los textiles estampados sin saturar el espacio.

Ese sofá que podría haber estado en casa de tu abuela, hoy es tendencia. Pero, ¿cómo integrarlo en un salón actual sin que parezca sacado directamente del pasado? La clave está en el equilibrio. Rodéalo de piezas neutras, con tonos suaves como el blanco roto, el arena o los beiges empolvados, que dejen que la tapicería respire y se convierta en la protagonista sin recargar. Las fibras naturales, como el ratán o el yute, funcionan como una red de contención que suma calidez sin competir. Una alfombra de fibras, unas cortinas de lino y una lámpara sencilla son suficientes para actualizar su aire vintage. Para vestirlo, elige cojines lisos pero ricos en texturas, como el bouclé o el terciopelo lavado, en colores que recojan los matices del estampado: verdes suaves, mostazas apagados o tostados. El mobiliario auxiliar debe ser ligero y de líneas limpias, en maderas claras que armonicen con el conjunto. 

Incluso en los dormitorios también se puede incluir ropa de cama con aires vintage. Eso sí, para no saturar el espacio, lo más idóneo es optar por paredes blancas, muebles ligeros y pocos elementos decorativos para no restar protagonismo a los textiles.

Sí, los estampados de flores y rayas pueden convivir en perfecta armonía. Y este dormitorio lo demuestra con nota. Aquí, el cabecero se ha tapizado con una tela floral en tonos azules que refuerza la personalidad de la pieza. Para las cortinas, en cambio, se ha elegido un estampado de rayas finísimas, casi imperceptibles, en una paleta de grises y blancos que conecta directamente con los tonos del cabecero. ¿El secreto para que esta mezcla funcione? Que ambos tejidos compartan los mismos colores. Así, aunque el dibujo sea distinto, el conjunto se lee como una unidad coherente y serena. Además, las rayas, al ser más sobrias y lineales, aportan orden y frescura al dormitorio, equilibrando la apariencia orgánica del estampado floral. El resultado: un dormitorio que respira calma, con ese encanto de las casas de antes, pero con un estilo totalmente actual.

En este office, el guiño al pasado llega a través de los cojines de las sillas y del respaldo del banco corrido, tapizados en una tela con flores a gran escala, delicadas, en tonos rosa. El truco para que no parezca anticuado está en el contraste: rodear este estampado tan evocador de materiales y acabados actuales. El blanco, las maderas claras y los textiles lisos (en los manteles, las lámparas y las cortinas) ayudan a actualizar el conjunto. La mesa, de líneas sencillas y con sobre de madera natural, aporta calidez sin competir. En las sillas, la mezcla de estructura ligera de fibras naturales y los cojines florales crea ese equilibrio entre lo nuevo y lo de siempre que tanto gusta. Y para completar la escena, nada como unas flores frescas en un jarrón de cristal o una rama recogida del campo. Porque sí, los textiles de abuela están de moda. Solo hay que saber cómo combinarlos para que cuenten una historia bonita… y muy actual.