Una cocina pequeña con isla reformada por Natalia Zubizarreta: tiene 100 años pero está llena de ideas modernas

Los últimos proyectos de Natalia Zubizarreta, nos trasladan a Haro, capital de La Rioja Alta y del vino de Rioja. Allí, la casita de campo centenaria de Adolfo, recibió la que ya es su visita más especial, la de la interiorista. ¿El motivo? Devolver la vida a cada uno de sus rincones, manteniendo la esencia de su ubicación y convirtiéndola en la residencia perfecta, tanto para desconectar como para alquilar. 

Después de tantos años de historia, la casa se encontraba muy dejada, pero sus muros y paredes de piedra han sido el refugio de mañanas frías junto al fuego o vendimias celebradas con una buena copa de vino. Es por ello que había llegado el momento de hacer una reforma que le volviera a otorgar todo el esplendor que ha gozado durante todo este tiempo. 

Natalia Zubizarreta entendió desde el primer momento que no se trataba de una simple transformación, sino que había que ejercer en esta cocina - y en la casa en general - cierto ejercicio de mimo y respeto. La cocina debía renovarse sin perder su esencia ni convertirla en un espacio impersonal. Debía ser moderna, sí, pero sin renunciar a la calidez de la tradición. ¡Vamos a ver cómo ha quedado!

 

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Una cocina rústica, con isla y mucho almacenaje bien optimizado

En esta casa, los espacios de la zona de día, seguían el concepto abierto. No obstante, el ambiente destinado a la cocina, era algo reducido, por lo que el diseño debía ser inteligente. Así, la interiorista dio con la solución, que llegó en forma de isla central con forma de 'L', pensada para optimizar cada centímetro sin restar fluidez al espacio. La cocina, de Santos Getxo, es el modelo Line, en material estratificado. 

Además, para darle un pequeño toque vintage, se integraron tiradores diseñados por el propio estudio para que no resultara excesivamente moderna, manteniendo la esencia rústica y tradicional. Y es que los materiales elegidos, parecen dialogar con la historia de la casa, ya que las paredes se han mantenido intactas, con esa piedra que es testigo de un pasado que no se quiere olvidar.

La presencia de armarios altos y bajos, ofrece y resuelve cuestiones prácticas, convirtiéndose además en una estructura que abraza a la isla, lugar donde el café de la mañana se vuelve indispensable y donde se puede disfrutar de los sabores y aromas del lugar. Además, para hacer contraste con la piedra sin que la cocina terminara demasiado oscura, la gama cromática del mobiliario se ha optado por escogerla en tonos blancos y luminosos, que añaden esa sofisticación y estilo actual, haciendo mucho más cómodo el trabajo en ella.

Una cocina que se funde con la esencia de La Rioja, con su luz dorada y la calidez de sus bodegas. La cocina de Adolfo ahora es un espacio renovado, con mucha alma. Una cocina en la que presente y pasado se dan la mano, y en la que cada rincón, tiene un propósito. ¡Ahora se puede seguir celebrando la vida con buenos vinos!

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