Si tienes intención de reformar tu baño, probablemente ya sabrás que desde hace un tiempo triunfan las duchas a ras de suelo. Sobre todo por la falta de barreras, ya que se puede entrar y salir de ellas con total comodidad y, de paso, aportan sensación de amplitud al espacio. Confort, funcionalidad y estética son los tres motivos del boom de los platos de ducha a ras de suelo.

Para personas mayores y con movilidad reducida, los beneficios son evidentes. Además, este tipo de ducha también nos puede ayudar muchísimo a aprovechar el espacio en los baños pequeños. Por su diseño, aporta un ambiente despejado. A diferencia de las duchas tradicionales, no da la sensación de ser un elemento intrusivo que ocupa mucho. La transición sin obstáculos entre el suelo y la ducha hace que esta se integre perfectamente con el resto del diseño del baño. Si a esto le añades una mampara transparente y sin perfil, el efecto integrador es total.

¿Válidas para todos los baños?

El requisito indispensable para colocar una ducha a ras de suelo es que pueda construirse con una ligerísima pendiente de modo que el agua no se estanque. Hay que calcular unos 6-7 cm de pendiente. Por eso a veces no es posible colocar una ducha sin ningún tipo de barrera en los edificios antiguos, en los que a menudo el suelo no tiene más de 5 cm. En estos casos, se podría instalar una pequeña pendiente que nos ayudara a ganar la altura que falta. 

Entremos en materia

Los materiales más adecuados para un plato de ducha a ras de suelo son variados. Las cabinas de ducha con azulejos proporcionan una estética uniforme, ya que para su instalación el suelo y las paredes quedan revestidos con las mismas baldosas, normalmente cerámicas, compactos sintéticos con más o menos porcentaje de resinas en sus aglomerados, de gresite o piedra natural, que se han usado en el resto del baño. Usa azulejos grandes y lisos o placas de cuarzo, siempre con el menor número posible de juntas. A mayor número de juntas (por ejemplo, en el caso de colocar un mosaico de baldosines), mayor es el riesgo de que el agua cale y se forme moho. También se pueden hacer de madera, como hemos visto, pero esta deberá ser especialmente tratada para que la humedad constante no haga estragos.

Para quien no quiera preocuparse de las juntas están los platos de ducha de acero esmaltado, que son resistentes y fáciles de mantener. Otra de sus ventajas es que se fabrican en muchos colores y es más sencillo que se adapten al estilo de nuestro baño. Además, si en el futuro queremos volver a reformar el baño, podemos volver a cambiar el plato sin tener que hacer una obra nueva.

Estos platos comparten ventajas con los platos de ducha acrílicos, tanto por la amplia gama de colores que ofrecen como por su superficie sin juntas. El único inconveniente que presentan respecto a los anteriores es que el plato de ducha es más delicado y se raya con mayor facilidad.

Si quieres que el suelo de tu baño sea de microcemento, llévalo hasta la ducha. O recurre al tadelakt, el revestimiento milenario a base de cal.

Tipos de desagüe

Una vez decidido el revestimiento o plato de ducha, toca elegir el sistema de desagüe. Se puede elegir entre desagües de pared y de suelo. De optar por un desagüe de pared, el agua desaparece por una pequeña ranura, oculta por un embellecedor esmaltado o cromado. La gran ventaja que ofrece es que no hay que pisar el desagüe mientras uno se ducha, además de que ópticamente no hay nada que interrumpa la continuidad del plato de ducha.

Otra solución igual de elegante son las ranuras en el suelo. Aquí es importante tener en cuenta la altura de construcción, la capacidad del desagüe y la colocación de la ranura en el baño, para evitar que el agua salpique en la pared y se disperse por el resto de la habitación. Con un desagüe de dos ranuras se minimiza el riesgo de atasco.

Otra opción es la de instalar un desagüe en mitad de la ducha, rodeado de una ligera pendiente. El agua desaparece bajo la tapa del desagüe, que puede ser redonda o cuadrada, y tiene la ventaja de que es poco habitual que se atasque.

Hablemos del precio...

¿Y cuánto vale una ducha de este tipo? El precio final dependerá de los materiales que escojas y de la superficie total. Sin olvidar los costes de instalación.

Los operarios suelen cobrar por horas, así que hay que contar con unos 2.500 €, material incluido. Para evitar sorpresas desagradables de última hora, antes de empezar la obra, pídele a la empresa de instalación un presupuesto detallado que incluya todos los costes del sistema de ducha (plato, grifería, revestimiento, mampara...) y el montaje.

¿Te gustan los platos de ducha a ras de suelo? Si eres de los que aún tiene miedo de que agua acabe por el suelo de todo el baño, apuesta por una buena mampara con un alto nivel de estanqueidad y listo.