A la hora de reformar el baño, el revestimiento qué elegir es una de las decisiones más importantes. No solo debe gustarnos, sino que debe ser práctico, resistente a la humedad y a los cambios bruscos de temperatura. Además, de sufrido y fácil de mantener. Y entre las futuribles opciones hay dos que (casi) siempre suelen aparecer: microcemento y gres porcelánico. Y no es extrañar, porque ambos materiales, a pesar de sus diferencias, ofrecen muy buenas prestaciones en el baño.
Microcemento, superficies infinitas
En el caso del microcemento, quizás su principal ventaja es la opción de unificar paredes, suelos e incluso encimeras, creando un conjunto totalmente integrado. Y, lo más importante, con superficies continuas y sin juntas. Además, es un material que, al aplicarse a mano, tiene el plus de que el acabado siempre es artesanal, convirtiéndose cada baño en una pieza única.
Gres porcelánico, versátil y resistente
Por su parte el gres porcelánico tiene como bazas principales su versatilidad, puede imitar cualquier material, y su durabilidad y resistencia. Dos puntos que juegan y mucho a su favor. Además, aunque el abanico de precios es muy amplio, en general es más económico que el microcemento. Por ejemplo, el gres porcelánico de la colección Bottega de Porcelanosa, que imita el microcemento cuesta 33,82 €/m2.