Si queremos agrandar el espacio, empecemos primero por el continente, por la estructura: suelos, paredes, techos y todo lo que los ocupa (puertas, ventanas...). Hay dos reglas bastante generales y reconocidas como universales (con sus merecidas excepciones) que funcionan: los colores claros crean más sensación de espacio y la uniformidad de tonos, la sensación de 'no limits', también.
También parecen más amplios los espacios luminosos, con más luz natural. Ya sabemos que cuando entra un bonito rayo de luz por la ventana, nos encandila y ya no vemos nada más.
Los suelos tienen un papel mucho más importante de lo que cabría esperar. Que se fundan con los colores de las paredes es posible: existen pintura muy resistente y mate o podemos aplicar microcemento (en los baños, por ejemplo).
Otra opción es buscar materiales similares a los colores de la pared. Parquets grises, blancos, maderas claras... O piedras naturales, mármoles o azulejos entonados. También es bueno que los zócalos sean iguales que el suelo para lograr la sensación de que se alargan esos centímetros de más.
La colocación importa, claro que sí. Los parquets de lamas anchas y colocados en el dirección en la que entramos y caminamos por la habitación, también guían nuestra vista hacia delante. En cambio, colocándolo en horizontal se acorta el espacio.
En los baños, como son las estancia más pequeña, tener el máximo de suelo a la vista es un tema especialmente importante. Si no lo ocupamos, parecerá más grande: por eso es mejor que los muebles y el inodoros sean volados (además, facilitará mucho la limpieza). Por la misma razón, es preferible poner ducha en lugar de bañera.
Distribuye dirigiendo la vista
Como en los trucos de magia, haz que los ojos vayan donde te interesa. Puedes crear focos de atención destacando una pieza, una pared de color, una ventana...
Para escoger estratégicamente estos puntos de atención piensa en la primera impresión, qué es lo que ves cuando entras por la puerta, lo que tienes en frente es lo más crucial. Otro punto fuerte decorativo es detectar donde pasas más horas. Por ejemplo, la perspectiva desde el sofá es muy relevante, cuídala especialmente. O desde la cama.
También lo son las ventanas: tenemos que dejar que la vista se escape por ellas. Distribuye para no taparlas y para poder disfrutarlas. ¿Puedes poner una butaca delante o al lado?
Elige muebles redondeados y muebles ligeros, especialmente las mesas de comedor o de centro que son piezas grandes y que suelen colocarse en el medio.
Utiliza la ley de la compensación. Si tienes un salón alargado, pon las piezas grandes y pesadas en los extremos. Y si tienes que colocar piezas en los lados más estrechos, que tengan poco fondo y sean bajitas. Porque recuerda, lo más importante es lo que queda a la altura de los ojos.
Esconde todo lo que puedas. Sin tiradores y del mismo color que las paredes pasan desapercibidos, muebles, armarios, puertas, electrodomésticos...
Los ambientes diáfanos y abiertos, evidentemente, parecen más grandes. Todas las soluciones que nos permitan avanzar en este sentido, en cualquier medida o forma, serán de mucha ayuda. Si no podemos tirar paredes, que sean de cristal. Si necesitamos divisiones que sean a media altura, que no interrumpan nuestra vista. Si necesitamos puertas, que sean lo más amplias posible, de cristal o correderas.
Los arrimaderos, además de ser un gran argumento decorativo, visten las paredes allí donde no podemos poner ni un mueble. Pasillos, recibidores y baños son los grandes beneficiados de sus efectos casi mágicos.
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