En el corazón de Barcelona se encuentra este piso de 130 metros cuadrados que, antes de pasar por las manos de la interiorista Bárbara Sindreu, no tenía grandes motivos para presumir de nada. Tiempo atrás era demasiado blanco y soso, así que la verdad es que pedía a gritos que alguien le diera un toque de calidez con nuevos muebles y, ya de paso, que agrandara al máximo sus estancias. Y vaya si se ha conseguido. ¿Lo vemos?
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