Érase una decoradora a la que le gustaba mucho el campo y el monte. Un día, en uno de sus paseos por sus lugares favoritos dio con una construcción vieja, un establo, o invernal como se les llama por aquí, y pensó que sería el punto de partida ideal para levantar una casa.

Materiales naturales

Piedra, mucha piedra, también ladrillo y montones de metros cuadrados de madera de castaño hicieron falta para hacer realidad, y habitable, este sueño de nuestra protagonista de nombre Marian. Y además de estos materiales, todos sacados de las entrañas y los bosques de esta tierra, también fue necesario un plan arquitectónico inspirado en las casas del entorno.

Estructura robusta

El porche es la perfecta introducción de la historia, pensado para atrapar el sol sin dejar escapar un solo rayo. Pero avancemos. La entrada, bien protegida del frío, da paso al gran salón, el centro de la casa, con doble altura, una chimenea en la que caben varias personas dentro. ¡Dan ganas de quedarse aquí el resto de la vida!. Su esencia está en los muros de piedra, en su altura vertiginosa, en la barandilla del primer piso que lo rodea, en las rotundas vigas de madera, en la solidez del suelo. ¡Nos encantan las casas rústicas!

El corazón de la casa

Es un espacio al que Marian consiguió dar vida calentado por el fuego. En torno a este corazón central giran los demás ambientes. Una pequeña zona de escritorio y el comedor, abierto a su vez a la cocina. Y, en el piso superior, baños y dormitorios, asomados también al gran salón y con balcones mirando a las montañas. La presencia protectora de la piedra y la madera maciza de castaño en los suelos ayudan a crear un ambiente de refugio para relajarse los largos días de invierno.

Un cuento de hadas

En este precioso cuento con final feliz no sólo hay una sino varias moralejas que nos pueden servir a todos: Los sueños pueden hacerse realidad, ya que de un establo puede sacarse una esplendorosa vivienda. Aprovecha la majestuosidad y elemento de la naturaleza para crear un entorno mágico, lo más acertado es prescindir de lo superfluo y apostar por los elementos más básicos.

Un mobiliario sencillo y práctico, las piezas necesarias para una vida confortable y cómoda. Tapicerías claras y muy naturales. Y tras la moraleja, ya se sabe, nuestra protagonista fue feliz y comió perdices en el lugar de sus sueños.