Para lograr esta transformación, reorganizaron los espacios e hicieron mucho trabajo de desmaquillaje: “Quitamos todo lo que la tapaba, desde muebles hasta paredes, para que la casa respirara”, recuerda la arquitecta Irma Aleu.
Y es que una de las prioridades de la reforma fue, precisamente, abrir la casa a su exterior. “La planta de abajo era un garaje y no estaba comunicada con la casa. Abrimos una escalera interior y reconvertimos ese espacio en un salón con acceso directo al jardín”. Y, en la planta superior, el salón se abrió a una espectacular terraza a modo de privilegiada atalaya.
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