La interiorista, que contó con la colaboración de los arquitectos Llorenç Olivé y Javier Trilla, fue la responsable de convertir aquel cubo vacío en una casa con espacios comunes muy bien aprovechados. ¿Cómo? Con puertas correderas y grandes paneles acristalados, que dividen los espacios sin cerrarlos a la luz. “Así se está más recogido en invierno y abiertos al exterior en verano, pero siempre disfrutando de la luz natural”, explica la interiorista. Un buen ejemplo es el gran ventanal hacia el exterior, que ilumina el salón de tonos tierra para fusionarse con el paisaje.
Sofá tapizado con blanco lino, en Little House. Cojines y plaid, en Matèria. Sofá de terciopelo, lámpara, mesa de centro, banqueta y lámpara de pie, en Becara. Cortinas, con telas de Tarrés, en Tapicerías Rey. Alfombra, de Francisco Cumellas, en Altera.