Siempre ha estado ahí, pero es verdad que hace poco el kale ha experimentado un boom, equiparable al que en su día experimentó el aguacate, y de ahí que en webs, blogs y redes sociales no paremos de ver recetas con kale. Esta nutritiva verdura es perfecta para cuando no sabes qué hacer de comer, o simplemente estás buscando recetas fáciles y rápidas con las que renovar y hacer más saludables tus menús. Pero antes de pasar a la práctica, ¿qué te parece si descubrimos sus propiedades, en qué fijarnos al comprarlo o cómo conservarlo en las mejores condiciones?
Propiedades del kale: rico en proteínas y bajo en grasas
Puede que su nombre despiste un poco al principio, pero en realidad el kale (Brassica oleracea var. sabellica L.) no es otra cosa que col rizada, una variedad de col del grupo de cultivares de la berza. Es fácil de cultivar en un huerto urbano, puede llegar a alcanzar los 40 cm de altura y su principal rasgo característico son sus hojas verdes muy rizadas.
- Proteínas. Contiene más proteínas que la carne vacuna. Además, gracias a su contenido en fibra tiene efecto saciante, contribuye a mejorar la digestión y ayuda al "colesterol bueno".
- Vitaminas. Además de antioxidantes, el kale tiene vitaminas de gran importancia como la A, C y K, esta última esencial para la coagulación sanguínea.
- Minerales. Muy rico en calcio, aporta además magnesio, manganeso, hierro, potasio, fósforo y zinc. Todo ello favorece el cuidado de los huesos.
- Contraindicaciones. Se recomienda evitar su consumo en caso de tener prescritos medicamentos anticoagulantes o padecer colon irritable. Consultar antes con el médico.
¿Cuántos tipos de kale existen?
Existen varios tipos de kale según su forma y color, pero por lo general destacan tres: kale rizado, lacitano y morado.
- Kale rizado. El más común y duro. Si lo vas a tomar en ensalada, quítale el tallo y aprovéchalo para hacer un pesto.
- Kale lacitano. De color azul verdoso muy oscuro y hojas largas y afiladas, por lo que recibe el sobrenombre de kale dinosaurio. Tiene una textura dura que no desaparece fácilmente, incluso cociéndolo.
- Kale morado. Su color es su gran atractivo, pero lo perderá si lo cueces. Está rico en chips.
Cómo cocinar kale: rico pero amargo
Para aprender a cocinar kale es importante tener en cuenta su amargor y su dureza, lo que hará que tendamos a tomarlo cocido, guisado o al vapor en vez de crudo. Por lo general, las hojas tiernas tienen un sabor más suave que las maduras, con lo que lo ideal es que lo comas prácticamente en cuanto lo compres, dos días lo más tardar.
Aunque ese amargor también varía según la especie de la que se trate, hay un truco para reducirlo: amasa las hojas con las dos manos durante un par de minutos como si se tratase de pan, de tal manera que se rompan los nervios pero teniendo cuidado de no romper la hoja.
Otra opción es blanquearlo, tal como hacemos con el repollo. Introduce en agua hirviendo con sal hasta que vuelva a romper a hervir. Refresca con agua fría y seca bien en caso de que no lo vayas a utilizar en el momento.
Cómo conservar kale: lavar bien antes de consumirlo
El kale se conservará mejor cuanto más fresco sea. A la hora de comprarlo observa con detenimiento que sus hojas sean de color verde, sin bordes amarillos ni manchas. Antes de consumirlo deberás lavarlo muy bien: separa las hojas del tallo, introdúcelas en un bol con agua y un chorrito de vinagre y termina enjuagándolas bajo el grifo.
- Refrigerado. Mantenlo en su bolsa original metiéndolo en el cajón de las verduras de la nevera. También puedes envolverlo en papel de cocina y a su vez en una bolsa hermética. Así durará un mínimo de dos días protegido de la humedad.
- Congelado. Dispón las hojas separadas bien limpias y secas en recipientes adecuados e introdúcelos en el congelador. Una vez congeladas, mételas en bolsas herméticas y vuelve a congelarlas. Se conservarán bien alrededor de un mes.
- Listo para consumir. Una vez hayas lavado y secado las hojas, quítales el tallo y córtalas en tiritas. Mételas en bolsas herméticas y resérvalas en la nevera, asegurándote de sacar bien el aire.
Recetas con kale
Al igual que sucedía con las recetas con coliflor, con repollo o con verduras, resulta muy fácil integrar esta verdura en platos de cuchara. En las siguientes recetas con kale encontrarás diversas propuestas muy fáciles de elaborar para que puedas ponerlas en práctica en cuanto tú quieras. Entrantes, primeros, segundos, ideas para picoteos y ¡hasta un postre!
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