Cuando compras los muebles de tu casa, lo haces con gran ilusión y esperas disfrutar de ellos durante mucho tiempo. Para ello es fundamental mantenerlos en buen estado, tanto a nivel decorativo como a nivel funcional. Sin embargo, hay zonas en las que es más difícil conseguirlo, como por ejemplo la cocina, y en concreto las superficies de sus muebles.
Es evidente que el trasiego diario que tiene esta estancia de la casa, no tiene nada que ver con el resto, además de que no solo se trata de limpiar el polvo o aspirar como en otros espacios, sino que aquí manejas algunas sustancias bastante peliagudas, como es el caso de la grasa, la cal, el aceite, el tomate, el café o el vino.
Y si hay algo que todos tememos son esas manchas rebeldes que corren el riesgo de permanecer de por vida en una de esas superficies. Protégelas centrándote en tres aspectos: prevención, limpieza y mantenimiento y ¡presume de superficies impecables!
Paso 1. Prevención
La tarea de prevenir las manchas de las superficies de la cocina comienza desde el momento en el que escoges los muebles de la misma. En la cocina es importante la estética, pero también la funcionalidad y la limpieza. Antes de elegir tu encimera, valora si merece la pena apostar por un material tan delicado como el mármol que, aunque precioso, absorbe rápidamente los líquidos por su porosidad (recuerda sellarla cada cierto tiempo, tal como indique el fabricante).
La madera y el granito son otras opciones maravillosas, pero necesitan ciertos cuidados, además de ser algo sensibles a las manchas y los cercos. Por su parte, el acero inoxidable, el cuarzo y las superficies laminadas suelen ser muy buenas opciones por su fácil limpieza. De hecho, el primero de ellos se limpia fácilmente con un paño húmedo.
Sencillos gestos que te ayudarán a prevenir manchas
La solución para prevenir manchas no es no cocinar, sino adoptar una serie de medidas muy sencillas para minimizar los riesgos frente a las más habituales.
- Tablas de cortar. Aunque se trate de una simple rebanada de pan, nunca cortes directamente sobre las superficies. Además de un tema de limpieza, también lo es de higiene, y más si cabe si estás cortando frambuesas o remolachas que tiñen enseguida.
- Salvamanteles. El calor también deja su huella, así que utiliza salvamanteles o similares para apoyar recipientes calientes recién salidos del horno o del microondas.
- Aceitera. Revisa la parte inferior de la aceitera ya que a veces queda manchada de aceite y va dejando rastro allá donde la posas. La grasa, enemigo número 1.
- Reposacucharas. Mientras estés cocinando, utiliza el tradicional reposacucharas para evitar que caigan gotas en la encimera. Así también evitarás posibles manchas en la ropa si te apoyas sin darte cuenta.
Paso 2. Limpieza
El siguiente paso se divide en dos partes: por un lado, la limpieza diaria tras el uso de la cocina, y por otro la limpieza inmediata cuando se derrama algún producto o alimento. ¡El tiempo corre en tu contra!
Para la rutinaria, lo mejor es que sigas las indicaciones del fabricante y utilices productos específicos para el material de tu encimera y otras superficies. La mayoría de ellos admiten agua con el mismo detergente líquido con el que lavas los platos; evita, en la medida de lo posible, productos abrasivos que terminarían quitando el brillo.
Respecto al vinagre, tan de moda en los últimos años, recuerda usarlo con precaución: es eficaz, sí, pero las superficies porosas prefieren otros limpiadores. La mezcla de bicarbonato de sodio y agua es una de las más aconsejables.
¿Cómo actuar frente a una mancha?
La respuesta es sencilla: deprisa. Las manchas complicadas como la remolacha, el chocolate, el vino tinto, el huevo o los colorantes alimentarios requieren que tengas muy claro cómo proceder. Lo más fácil es absorberla enseguida con papel de cocina, sobre todo si se trata de líquidos: no la frotes, sencillamente ponlo encima y deja que obre su magia, así evitarás extenderla. Luego limpia de la forma acostumbrada ¡y listo!
Paso 3. Mantenimiento
El secreto de una cocina impecable no reside en dejar que pasen los días y limpiarla a fondo una vez al más, sino en un mantenimiento regular que impida la acumulación de grasa, polvo y otras partículas. Incluso aunque no la hayas utilizado especialmente, adquiere el hábito de limpiar la encimera a diario. Basta que le pases una bayeta y la seques bien. ¡Estará brillante! En el caso de que si hayas cocinado, friégala con agua y un poco de detergente líquido.
En cuanto a la limpieza semanal, ahí sí tendrás que utilizar los productos específicos para atacar la grasa y las manchas leves. Si detectas cualquier desperfecto, como por ejemplo, que va desapareciendo el sellado o algún pequeño agujerito, ponle remedio enseguida. Los bichitos pueden encontrarlos de lo más acogedores y eso no interesa nada de nada.