No, fregar los platos no es física cuántica. ¡Ni muchísimo menos! Aun así, para que tanto platos, como sartenes, ollas y cubiertos estén como los chorros del oro, es necesario evitar ciertos errores que todos cometemos de vez en cuando. Tanto si eres un detractor del lavavajillas y te resistes a meterlo en tu casa como si eres un incondicional de sus bondades, hay muchas cosas que hay que fregar a mano sí o sí. Así que, echa un vistazo a esta lista y corrige tu rutina si es que cometes alguno de estos errores.
1. No enjuagar ni quitar los restos de comida
Es el primer paso cuando termináis de comer y lleváis los platos a la pila. Si no retiráis los alimentos, el desagüe terminará atascándose, además de que es muy antihigiénico. También es recomendable mojar los platos y ollas un poco si no vais a fregar en ese momento. Si los restos de comida se secan, después es más difícil eliminarlos bien y hay que frotar muchísimo más.
2. No usar agua caliente
Es un principio básico al fregar los platos. No quieras lavarlo todo con agua fría. Los platos, sartenes o táperes con grasa es mejor fregarlos con un buen chorro de jabón y agua caliente. Si no quieres que suponga un gran gasto, desde Ahorradoras recomiendan "calentar agua, ponerla en un recipiente, echar ahí el jabón e ir mojando en esa mezcla el estropajo".
3. Desperdiciar demasiada agua
El consejo anterior puede ser de utilidad si no quieres malgastar agua. Pero también si eres de los que deja el grifo abierto sin control mientras enjabona los cacharros. Lo más recomendable es fregar primero los cacharros (con el grifo cerrado) y después enjuagarlos todos de seguido. ¿Sabías que si friegas a mano gastas una media de 88 l/día? Así lo afirma un estudio del Canal de Isabel II. ¿Conclusión? Además de cerrar el grifo cuando no uses el agua, instala un regulador de caudal o aireador. Con estas sencillas piezas, que se enroscan en el grifo, se puede llegar a reducir el consumo de agua casi un 50 % cada vez que lo utilizas. Su función es mezclar el agua con el aire, de manera que el caudal se reduce, pero sin que disminuya la sensación de que es la misma cantidad de agua.
4. No fijarte en el color del estropajo
¿Sabías que el hecho de que los estropajos tengan distintos colores es por algo? Y es que cada tonalidad está diseñada para un uso diferente. El verde, el más habitual, sirve para las manchas más normales, pero si se frota con demasiado ahínco con ellos, pueden llegar a rayar determinados materiales. El estropajo azul es el más adecuado para las superficies delicadas, como copas de cristal. Mientras, el estropajo negro es para fregar zonas que requieren más fuerza y precisión como la base de las ollas y las sartenes o las rejillas del horno. Así ¿utilizas el estropajo que debes donde debes?
5. Mezclar cacharros con distintos tipos de suciedad
Si mezclas la sartén que has utilizado para freír con los táperes y otros platos, la grasa pasará de unos a otros y todo quedará engrasado. Lo ideal es que separes los distintos tipos de suciedad desde un primer momento: vasos por un lado, sartenes y ollas por otro, táperes si hay, también separados, etc. Sigue la misma dinámica que utilizas al reciclar y separa los objetos según los vayáis llevando a la cocina.
6. No seguir un orden
Para que fregar los platos sea una tarea más rápida y eficiente, empieza por echar un poco de agua caliente en las ollas y sartenes (que fregarás al final). "Si las ollas se han quemado, pon un chorro de vinagre", recomiendan desde Ahorradoras. Comienza a fregar lo menos sucio, pero más voluminoso. Es decir, comienza por los vasos y continúa con los platos, las bandejas y los cubiertos. Finalmente, limpia las ollas o las sartenes.
7. No aclarar bien los platos
Si lo haces todo bien, pero luego te das demasiada prisa en aclarar los cacharros, lo más seguro que se quede algún resto de jabón. Así que no solo no los limpias bien y quedarán manchas cuando sequen, sino que también los restos de jabón pueden alterar el sabor de tus platos.
8. No eliminar los olores
Los recipientes y utensilios de plástico, como los táperes y las palas de silicona, así como las sartenes y ollas pueden conservar los olores y pasarlos a los nuevos alimentos si no se friegan a conciencia. Para evitarlo, llena el táper con agua fría y echa una gotita de lejía. Deja que actúe un par de horas y después friégalo bien. Ya verás como desaparecen todos los olores. Para las sartenes, haz lo mismo pero con un chorrito de vinagre blanco.
9. No usar el detergente correcto o pasarte con la cantidad
Hay detergentes que sirven para fregar a mano y otros que son para el lavavajillas. Así que, lee la etiqueta del producto que empleas para fregar los platos y sigue las instrucciones del fabricante. Y lo mismo con la cantidad: si echas demasiado, se producirá demasiada espuma y no podrás ver si los platos están bien fregados o no. ¿Lo mejor? Dosifica el detergente y ve utilizando el que te pida el estropajo, pero sin pasarse.
10. No lavar el estropajo con frecuencia
Ni cambiarlo. Los estropajos no tienen una vida útil infinita. De hecho, lo ideal sería cambiarlo cada dos semanas como máximo si coméis a diario en casa y una vez al mes si entre semana comes fuera de casa y solo friegas los cacharros los fines de semana. Asimismo, lo ideal es aclararlo, escurrirlo y dejarlo secar después de cada uso y, si quieres, ponerlos en remojo en agua con lejía diluida al 10% durante al menos 5 minutos. Esta es la mejor forma de lavar y desinfectar las bayetas y los estropajos.
11. No limpiar el fregadero
Cuando termines de fregar, vacía el colador del fregadero y pasa el estropajo con jabón por las paredes y el suelo de la pila. Después aclara con abundante agua. Un fregadero limpio evitará la proliferación de bacterias, gérmenes y malos olores.
12. Guardar los platos sin secarlos
Vasos, platos, ollas, sartenes y cubiertos. Con un paño seco que no deje pelos seca todos los utensilios de cocina y menaje antes de guardarlos en su sitio. Si los guardas mojados quedarán marcas y puede ser el origen de la aparición de bacterias.
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