Todos soñamos con una casa bonita a nuestro gusto, pero por muy estupenda que la tengamos, si se ve sucia y desordenada seguro que no la disfrutamos en absoluto y estamos deseando salir pitando de allí. Es cierto que el ritmo del día a día es vertiginoso, entre trabajo, comidas, colegios, actividades extraescolares, imprevistos y un largo etcétera.

Pero, no nos engañemos, no se trata de pasarnos tres días enteros limpiando a fondo o centrarnos solo en la llamada limpieza de primavera. El secreto de una casa limpia y ordenada está en las pequeñas rutinas diarias que harán que la mantengamos así. Cada cual tenemos las nuestras condicionadas por nuestras circunstancias personales o familiares. Por si te sirviera de inspiración, recopilamos las diez que suelen resultar más eficaces.

Las 10 rutinas diarias de orden y limpieza más efectivas

1. Ventilar la casa

No hay lugar a dudas: si quieres tener una casa limpia, es imprescindible que huela bien. Da igual la estación del año que sea, nada más levantarte abre las ventanas y deja que se renueve el aire de cada estancia. Bastarán 10 minutos para hacerlo y, mejor todavía, si cierras las puertas para evitar corrientes de aire. Con ese sencillo gesto, la casa será otra. Luego, si quieres, puedes pulverizar tu fragancia favorita.

2. Hacer las camas

Salir de casa con el dormitorio listo para pasar revista, como suele decirse, es imprescindible. No hay mayor sensación de caos que llegar a casa por la noche y ver la cama sin hacer. El problema es que no solo transmite sensación de desorden sino también de suciedad, por muy impecable que esté el resto de la casa. Lo ideal es que ventiles mientras estás desayunando y luego hagas la cama, pongas los cojines y ¡listo! El día que toque cambiar las sábanas, déjalas preparadas para que no se te olvide hacerlo. 

3. Guardar la ropa 

No dejes que la ropa se acumule de un día para otro. Cuando llegues a casa, cuelga las prendas de abrigo y guarda los zapatos. Asimismo, al ponerte el pijama no cometas el error de dejar la ropa sobre una silla esperando que ella misma se guarde: ¡la montaña se hará más grande cada día y terminarás por no encontrar nada! Cuando te lo quites, cuelga lo que corresponda y echa a lavar lo sucio.

00428898 a22977da dormitorio clásico
El Mueble

4. Recoger el baño

El baño es una de las zonas más conflictivas de la casa en cuanto a suciedad se refiere. Lo ideal sería limpiarlo a diario pero no todo el mundo puede hacerlo. Por eso, hay que priorizar y centrarse en lo más importante. Por un lado, ventilar después de ducharte para que no acumule humedad, extender las toallas y luego doblarlas bien. Dejar la pasta de dientes bien cerrada, los utensilios de higiene personal en su sitio, recoger los pelos y darle una pasada al inodoro con un producto específico sería los gestos básicos para el día a día (siempre y cuando seas fiel a la limpieza profunda una vez a la semana). 

5. Limpiar el polvo

El polvo se acumula de manera sorprendente y, además de dar mal olor, produce un efecto de dejadez y suciedad. Si no puedes limpiarlo todos los días, quizá si puedas dividir el trabajo por estancias. La mesita de noche, la cómoda de la habitación, el recibidor y, sobre todo, los muebles del salón son las zonas clave donde mantener el polvo a raya. 

6. Aspirar y/o barrer 

Sí, ya sabemos que aspirar alfombras y suelos es la mejor manera de acabar con suciedad, gérmenes, ácaros, pelusas, pelos y mucho más. Pero, sinceramente, la inmensa mayoría de personas no pueden aspirar el suelo a diario con lo que hay que buscar opciones más realistas. Barrer la cocina a diario sería la primera de ellas, especialmente para evitar la aparición de hormigas hambrientas u otro tipo de insectos. 

7. Vaciar las papeleras

La del baño, el dormitorio de los niños, el salón o tu despacho: las papeleras llenas causan mala impresión, así que vacíalas a diario. En el caso del baño con aún más motivo. Si no puedes sacar la basura todos los días, bien porque en tu zona hay días asignados a cada residuo, bien porque la bolsa no está llena, asegúrate de cerrar bien la bolsa para evitar malos olores o visitas de bichitos.

Cocina con office y cajas apiladas de madera a modo de platero
El Mueble

8. Revisar fruta y verdura

Ni treinta segundos te llevará revisar el verdulero y el cajón de la fruta y ver que todo está en perfecto estado. La razón es muy sencilla: la fruta y verdura que se va estropeando, además de suponer una pérdida de dinero, es el caldo de cultivo perfecto para la aparición de moho y de malos olores. Ojo con las patatas: no dejes que se pongan verdes porque olerán fatal.

9. Recoger la cocina

Una cosa es la teoría y otra muy distinta la práctica. Está claro que nos encantaría dejar todo recogido y brillante, pero igual te has visto apurado y has tenido que salir pitando de casa sin recoger el desayuno o quizá la comida. En cualquier caso, la flexibilidad también es una cualidad muy importante y en este caso nos acogemos a ella. Pero eso sí, nada de dejar la cocina empantanada de cosas por la noche. Además de fregar y secar los platos (o poner el lavavajillas), dale un repaso a la encimera y la vitro. 

10. Dejar el salón ordenado

¿Te imaginas levantarte y ver un plato con migas en la mesa del salón, los cojines tirados, libros fuera de su sitio o incluso prendas de ropa tiradas en el sofá? Para desanimar a cualquiera. Pues nada tan fácil como dejarlo todo presentable antes de acostarte. No, no se trata de ponerte a ordenar a las once de la noche, sino de ahuecar los almohadones, llevar los platos a la cocina, apilar los libros y guardar la ropa. Te llevará menos de un minuto y te aseguramos que al día siguiente lo agradecerás.